Mi novia me madó un mensaje a eso de las 2 de la tarde avisándome de que había alerta meteorológico y probabilidad de vientos huracanados. Guau, pensé y me imaginé volando por los aires dentro de un torbellino, sin tiempo de calzarme los auriculares y ponerle música a la tormenta. Lo cierto es que ya son las cuatro y sólo llueve un poco, es esa llovizna ideal para caminar debajo con una campera impermeable y dejar que se te moje el pelo. Está bueno, pero sólo si vivís cerca y tenés alguna posibilidad de secarte aunque sea un poco.
A unas cuadras de acá mi novia está consultando a un médico clínico, quiere que le recete unas pastillas para no brotarse el mes que viene. Es que no se los conté pero nos casamos en Noviembre, y ella ya me está anticipando de una manera u otra que se va a poner muy nerviosa y que no quiere que el cuerpo le juegue una mala pasada. Mientras tanto la radio nos previene y hasta nos asusta anunciándonos tormentas, y otros, en cambio, preferimos marchar en silencio hacia un dulce purgatorio.
