Tuesday, May 23, 2006

microondas


Hoy por la mañana, en mi trabajo, me puse a conversar con un electricista acerca de los teléfonos celulares y me quedé un poco alarmado. El tipo, haciendo buen uso de su sabiduría, me explicó que los teléfonos celulares cada veinte minutos, aproximadamente, emiten una señal de 800 MHZ para mantener el contacto con la antena más cercana. Y que si los hombres lo llevamos cerca de la pelvis a la larga corremos riesgo de padecer impotencia sexual. Y además, como si fuera poco, me dijo que mientras estamos hablando con el celular pegado a la oreja, exponemos nuestra cabeza a esa inmensa frecuencia (800 MHZ), que es prácticamente algo muy parecido a meterla en un horno a microondas. Me comentó también que es algo bastante peligroso para las mujeres que se cuelgan el dichoso aparatito cerca de los pezones. Los paquetes de cigarrillos nos dicen que fumar es perjudicial, las botellas de bebidas alcohólicas nos sugieren beber con moderación, los manuales de hornos a microondas nos previenen acerca de poner adentro animales recién bañados, los manuales de los discman nos piden que no escuchemos música a muy alto volumen ni mientras vamos manejando o andando en bicicleta o caminando por la calle. Pero los manuales de los celulares no nos dicen nada. Entonces pienso en las frecuencias que día a día nos traspasan el cuerpo, pienso en como será nuestro cerebro dentro de quince años, en como serán nuestros ojos, en si seremos tan estúpidos y mediocres como ahora... pienso en una maravilla que luego será una pesadilla. Pienso en que tal vez ya no hayan buenas canciones, o buenos libros, o buenas películas. Pienso en que tal vez toda la felicidad y facilidad que hoy nos brinda la tecnología, en el mañana nos saldrá un poquito caro. Spinetta me dice que todas las cosas que se pierden Dios las tiene en un bolso. Me pregunto si le habrá puesto candado.

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