Friday, October 31, 2008

LAS COSAS CAMBIAN



Ayer estuve leyendo un reportaje a Umberto Eco, el afamado autor de EL NOMBRE DE LA ROSA. El tipo señala que fue una ilusión suponer que las computadoras iban a ayudar a salvar a los árboles, que por el contrario, las computadoras han hecho que aumentase la producción de papel impreso. Que mientras se debate sobre la desaparición de los libros, miles de personas van día a día con toneladas de hojas sueltas, sin encuadernar, por los pasillos de las universidades del mundo. Y además señala que los libros tienen ventajas indiscutibles con respecto a las computadoras, ya que siguen prestando su servicio cuando hay bajas de tensión o apagones. Conclusiones sencillas e interesantes. Adoro cuando un pensador habla de manera clara y entendible, lejos de los lenguajes tan soberbios y elitistas que a veces no hacen más que distanciar a la gente de las ideas. Pero más allá de esta expresión que en sí no viene al caso ya que me la podría haber guardado para mis adentros y evitar este enchastre tan tonto sobre lo que estoy escribiendo, la idea de que las computadoras ayudarían a salvar a los árboles en un principio debe de haber sonado muy linda. Como aquella de que estar más y mejor comunicados ya no nos haría sentir tan solos. O aquella de que cuanta más información tuviéramos a mano, menos ignorantes seríamos. Yo en un principio creí que leer un libro desde la pantalla de una PC iba a ser algo fabuloso. No tendría que estar con la cabeza gacha, los brazos no se me iban a cansar de tanto sostener un libro, si quería remarcar algo lo haría con resaltador del Word y se me haría mucho más práctico y visible, no se me llenaría la casa de libros cuyas hojas con el tiempo se irían poniendo amarillas… y además el ahorro de dinero. Es impresionante la cantidad de libros que tengo en formato digital dentro de un CD. Tantas obras maestras de la literatura y del pensamiento universal. Es como una especie de biblioteca de Alejandría pero de bolsillo. Pero hay algo que les juega en contra a todo esto del formato digital: es demasiado fácil obtenerlo. Ponés “libros gratis” en cualquier buscador y ya está. Todo a disposición tuya. No es lo mismo, no se disfruta de la misma manera. Pero también es cierto que podemos leer unas pocas páginas y comprobar si ese libro que tanto queríamos leer merece que vayamos hasta la librería y gastemos unos cuantos pesos en un ejemplar impreso que nos acompañe adonde quiera que tengamos que ir. Es una manera de evitarnos algunas decepciones, como por ejemplo la del dinero mal gastado. Después de todo uno no ahorra para ser rico, sino para gastar en lo que le gusta. Lo mismo con la música en MP3. Es muy loco eso de bajar la música que se te antoje escuchar. La cantidad de discografías completas que se pueden tener es impresionante. Pero la realidad es que uno no escucha todo lo que baja, ni siquiera le presta la misma atención. Una escucha, a lo sumo dos, y listo. No es lo mismo que cuando se iba entusiasmado a una disquería a ver qué tal está el nuevo disco de… Y si uno primero lo baja con la intención de ver si el contenido es bueno y si es así ir luego a adquirir una copia original, tampoco se disfruta tanto, se pierde un poco el sabor del riesgo, o ese “ya que lo pagué lo voy a escuchar con más atención y le voy a dar más valoración a cada acorde”. Umberto Eco además señala que la abundancia de información hace perder la visión del conjunto y que hay que esforzarse por separar lo irrelevante. En fin, demasiadas cosas para nuestras cabezas. Tanto ciberespacio al final parió tribus de floggers, bloggers y emos. Algunos hasta parecemos gente más lúcida que la de hace un par de décadas, pero al ver como están las cosas se me ocurre que es una lucidez un tanto absurda. Incluso a veces pensamos que incorporar ciertas cosas nos va a mejorar la calidad de vida (como por ejemplo, comprarnos una PC y conectarnos a Internet), pero después resulta que con cada cosa nueva que incorporamos surgen nuevos problemas y ahí está el cuento de la buena pipa. Cuando se inventó el automóvil también se inventaron los accidentes de tránsito. Los cambios son constantes e infinitos, pero la vida demasiado corta para entenderlos.

1 comment:

Anonymous said...

¡Punto y aparte, por favor! Parece un post prometedor, pero tuve que abandonarlo porque marean tantas letras juntas.

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