Estaba pensando en esos frascos de vidrio que alguna vez contuvieron café instantáneo o mayonesa o mermelada o lo que sea que puedan contener, recipientes que una vez desprovistos de su contenido son lavados cuidadosamente para ser destinados a otro tipo de función. En este caso me voy a referir al caos que podemos encontrar condensado en uno de esos frascos que se llenan con pequeños elementos que han ido a parar ahí porque se entiende que tal vez ya no tengan utilidad o porque molestan o porque sobraron o porque no hay dónde dejarlos y a la vez se considera que en algún momento pueden llegar a servir. Y cuando lo sean, seguro que serán de una utilidad mesiánica, el elemento salvador que nos ahorre el viaje hasta la ferretería y el consecuente gasto de dinero, el tornillo que faltaba para que la rueda continúe girando. Ya lo escribió Saramago: “Encontrarás lo que necesitas si no tiraste lo que no servía”. Está bien, pero para encontrarlo primero habrá que abrirse paso entre el caos; desenroscarle la tapa, volcarlo sobre un papel de diario y dejar que los dedos sean Dios y pala mecánica al mismo tiempo. Y seguro que al volcar el contenido, el caos respirará un momento y se sentirá a sus anchas, será un derrame de petróleo en el mar, el genio que sale de la botella para conceder involuntariamente una solución de alambre. Incluso mientras se encuentra lo que se buscaba y se lo va a poner en funciones, ese montón de cosas que conforman una masa deiforme entregará su destino de “vuelta a la forma de frasco” a las ganas que uno tenga de guardarlas, ganas que sin ninguna duda dependerán de que se necesite el lugar en donde el desparramo está visible (generalmente es una mesa) y entonces sí, habrá que arremangarse y volver a darle al caos su forma de frasco de vidrio con tapa a rosca.
2 comments:
Hola
Siempre guardé frascos. Luego del ritual de la limpieza, a la que agrego el quitarles la etiqueta, que habitualmente viene sobre un pegote asqueroso y al cual hay que dedicarse con una esponja de metal, luego de todo eso, decía,los guardaba brillantes y prolijos en el fondo de la alacena, "Por si algún día los necesito".
Boludeces!!, llegué a coleccionar hasta veinte, de distintas formas y tamaños, y pocas veces necesite de ellos. Los Taper llevaron a la muerte del frasco.
Hoy cuando los tiro, sigue dandome pena hacerlo, pero basta ya de juntar basura.!!
Mirá a donde me dejé ir con tu post!!
Saludos.
PD: Te véo siempre en el blog de Ale, me dió curiosidad y aqui estoy.
Es muy loco eso, calculo que los tupper ayudan pero para algunas cosas hay que reconocer que el vidrio es mucho más higiénico, igualmente creo que nos pasamos la vida guardando cosas "por si las moscas", y cuando llega el momento a veces ni siquiera sabemos que lo tenemos, en fin, manías que tenemos, gracias por darte una vuelta, soy asiduo lector del blog de alejandro
Slds
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