El viernes 12
de abril de 2013 por fin la banda inglesa THE CURE volvió a presentarse en la
argentina luego de 26 años. Cuando ocurrió lo de 1987 yo apenas tenía 13 años y
asistir a conciertos en estadios, en esa democracia reciente, era considerado
algo peligroso. Y con THE CURE lo era.
Mientras iba
caminando hacia el estadio pensaba en lo lejos que quedó aquella situación
social de 1987, con los desmanes en Ferro y en los alrededores. Y ahora esta marcha por avenida Udaondo, con
muy poca policía, muy buena predisposición de la gente, tranqui, piola, como
acostumbrada a esto de los conciertos internacionales todos los meses.
Pocos “raros peinados nuevos”, gente en
familia, promedio de edad 30 para arriba, sacándose fotos con el escenario de
fondo, comprando la stadium pizza y tirando la caja en los cestos al lado de
los buffets, comprando el merhandising, panchos, hamburguesas, gaseosas, tirada
en el pasto, esperando, fumando. Y por momentos uno se pregunta: Che, ¿esto es
argentina? Y sí, es argentina. Culturalmente somos otra cosa. En este tipo de
cosas maduramos mucho.
Hora y media
antes del concierto el estadio estaba semivacío. Como preámbulo tocó la banda local
Utopians, lástima que no haya sonado bien, y no por la banda, pero ya se sabe
que siempre a los grupos soporte se los tira un poco al bombo en cuanto a
sonido, algo que todavía no llego a entender…
A las 21 la
voz del estadio anunció que el concierto iba a demorar su inicio 15 minutos
debido a que a último momento estaba ingresando mucha gente al estadio. Pero es
un poco como cuando llamás a un remis y te dicen que tienen 15 minutos de
demora, y vos decís “no importa, espero”. Pero los 15 casi siempre resultan 30
y te terminás dando cuenta de que te dijeron 15 para no perder el viaje.
Así que
bueno, por fin a las 21:30 se apagaron las luces. Y con estrellas en la
pantalla de fondo ahí aparecieron los CURE y ahí aparecía el eterno Robert
Smith, con su característico peinado y su característico atuendo, igual al de
la tapa del single de Boys dont cry.
Arrancaron
con “Plainsong”, bien tranqui, bien The Cure. Y luego pegaron “Pictures of you”.
Hermoso comienzo. Con mucha paz. ¿Qué necesidad había de empezar con todo si la
noche es larga y hay tiempo? Porque una de las cosas que más me gustaron del
show es la capacidad de la banda para manejar los climas del show, llevándote
por todos los estados de ánimo posibles. Aplastarte con una andanada de hits y
llevarte a la angustia con una joya como “from the edge of the deep green sea”.
O después de la euforia de “Doing the unstuck” escuchar la bella intro de piano
de “Trust” y entregarte a una melancolía hermosa.
¿y la banda?
Un relojito. Una muestra de profesionalismo intachable. Jason Cooper marcando
el tempo desde la batería de un modo impresionante a través de las 3 horas 15 que
duró el show. Simon Gallup ataviado como un teddy boy poniéndole ese sello tan
distintivo al sonido de la banda. El apático y elegante Roger O Donell en los
teclados, el eterno Reeves Gabrels, el eximio guitarrista que acompañó a Bowie
en los 90 tanto en Tim Machine como en
sus albums solista, y ¿qué decir de Robert Smith?
Tenerlo ahí
tocando en vivo cerca tuyo es una experiencia increíble. No es sólo un tal
Robert Smith, es uno de los mejores compositores de canciones de los últimos 30
años. De hecho de los 40 temas que tocaron, 23 son hoy clásicos indiscutibles.
Y Tener ahí a ese tipo, con ese peinado y el maquillaje característico que son
su marca de fábrica, entregándose y viviendo cada canción sin escatimar nada…
es difícil de explicar. Una mezcla de euforia, conmoción, alegría, y emoción se
apoderó de mí y duró todo el show. Porque el tipo está intacto. Canta como
siempre. Y además interpreta cada canción como un histrión, es decir, no sólo
te canta sino que te transmite lo que canta, de hecho babeando el micrófono cuando
canta Desintegration, y luego presa de esa angustia se va del escenario, luego
de dos horas de show, al primer descanso de apenas 5 minutos. Y la gente se
queda como planchada, relajada, sin poder creer lo que estaba viendo a través
de las pantallas de alta definición.
Cuando
quieren los Cure son capaces de darte un show denso y oscuro y de repente
terminar el show con un andanade de 9 hits, uno atrás del otro, y luego de
killing an arab y 3 horas y cuarto de show uno está eufórico y hasta se anima a
pedir más por más que ya sabe que el show terminó.
Este
concierto de THE CURE ya se sitúa entre los 5 mejores que vi en mi vida. Impecable
por donde se lo mire. Tengo 39 años y no me conmueve cualquier cosa. No soy de los
que llega a casa después del concierto y se pone a escuchar a la banda. Pero
Bueno, acá estoy con el mp3 de THE CURE en el auto, escuchando, y tratando de
revivir en cada canción esos recuerdos imborrables que esta gran banda ha
dejado en la noche del 12 de abril de 2013, bien impregnados en mi memoria.
Todavía me dura la emoción, y lo más loco de todo es que pensé que jamás me
volvería a sentir así después de un concierto.
Al final
Robert Smith nos dijo que nos veremos de nuevo.
Volvé cuando quieras Robert, será un placer volver a verte.
4 comments:
Una gran show, uno de los mejores que vi en mi vida sí me apuran. Una noche mágica sin ninguna duda.
coincido plenamente!!! muy bueno tu blog!!! ideal para los locos por la música
Imponente show! Me erizó la piel la línea donde escribís "¿Qué necesidad había de empezar con todo si la noche es larga y hay tiempo? Porque una de las cosas que más me gustaron del show es la capacidad de la banda para manejar los climas del show, llevándote por todos los estados de ánimo posibles." porque fue así, una montaña rusa de emociones!!
La banda bien inglesa, como el té de las 17!!
Yo soy uruguayo y en mi adolescencia los escuchaba en los LP y cassettes deseando algún día verlos y escucharlos en vivo y la verdad se dió, demoró algo, ya que en 87 yo era un botija dependiente de mis padres y en 96 ni me enteré que habían estado en Brasil...desde hace unos años ya contando con más tecnología y comunicación esperaba ansioso por la venida de ellos a Sudamérica.
Si bien no estuvieron en Uruguay, pudo cruzar el charco y estar presente, eso si, lo único que hubiera cambiado sería la selección de la ubicación para presenciar el show ya que las butacas y la distancia de la platea no son adecuadas y el sonido se sintió por momentos con eco, a tal punto que el mismo Robert le hace señas al encargado del sonido (alguién grabó el show entero desde la platea en la cual yo estaba y eso se nota clarísimo).
En definitiva, el recuerdo de esa maravillosa noche perdurará por siempre y con la esperanza que no pasen un par de décadas para que vuelva a estas latitudes.
Saludos desde Montevideo.
gracias!!! Me alegra mucho que a los que estuvieron ahí les haya pasado lo mismo que a mí. Y además escribirlo y recibir estas devoluciones, lo cual le da mucha validez. El tema con el sonido en los estadios, al ser a la intemperie jode bastante porque dependés de las condiciones climáticas. deberían construirse estadios para este tipo de shows, sin ninguna duda. Y ya que está te invito a escuchar mis podcast en spreaker, programa que emito todos los viernes a las 20 horas y que podés escuchar desde este blog o en
http://cortinasenlaradio.blogspot.com.ar/
saludos desde argentina, un abrazo grande!!!
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