El viernes por la mañana me puse a escuchar el inicio del
programa PERROS DE LA CALLE, conducido por Andy Kusnetzoff, Cayetano y Gabriel Schultz
en la metro 95.1. Y el señor Schultz arrancó diciendo que tenía algo muy triste
que contar. Ante la estupefacción de sus compañeros relató que antes de llegar
al programa fue al kiosco de enfrente a comprar una botella de agua mineral y
además tuvo la intención de llevarles a sus compañeros un chocolatín Jack a
cada uno.
La noticia triste fue que el kioskero le dijo que los
chocolates Jack ya no se hacían más.
Entonces estalló la mesa entre gritos de incredulidad. ¿Cómo
podía ser?
Para los que no los conocen, los chocolates Jack son un
clásico de la historia golosinera argentina. De hecho comenzó a fabricarse en
el año 1962. Era el único chocolate con sorpresa que había en nuestra infancia,
su competencia era el Topolino, que en vez de un chocolate era un chupetín con
sorpresa. Y en el Jack tenías a los personajes de la revista Anteojito, creados
por García Ferré, o a Superman, o jugadores de Fútbol, o quién estuviera de
moda, de hecho los muñequitos de los Simpson también llegaron a venir en ese
chocolate con forma de cajita pero sin tapa. Y hay muchas personas que coleccionan a estos muñequitos desde hace décadas.
De inmediato llamaron a la empresa Fel-Fort para preguntar si
era cierto, y la dueña de la empresa, la madre del señor Ricardo Fort, así lo
confirmó. El chocolate Jack con sorpresa dejó de fabricarse debido a que no les
dejaban importar los muñequitos desde China. Después intentaron comunicarse con
alguien de la secretaría de comercio pero no hubo caso.
Y Andy, ni lerdo ni perezoso, empezó a crear una especie de
psicosis digna de Orson Welles, quién en los años 30 estremeció a toda una
ciudad con la versión radial de La guerra de los mundos.
Empezaron a llamar los
oyentes.
“Andy, es cierto, recién fui al kiosco de acá al lado y
compré el último que quedaba”. “Un montón de oyentes deben de estar entrando a
los kioscos en este momento preguntando por el chocolatín Jack”, aventuraron
los conductores. “Más de un kiosquero nos debe de estar puteando”, etc.
Y no es que uno le diera demasiada bola al chocolatín Jack,
al menos en mi caso. Si hubiera entrado a un kiosco a preguntar por uno y me hubiesen
dicho que ya no se hacían tampoco me hubiera provocado gran cosa. Sí, es
cierto, en mi infancia me encantaba comprar esos chocolates y coleccionar los
muñequitos, y los coleccioné tan bien que hoy no conservo ninguno.
Pasa que la manera en la que Andy llevó el tema fue genial, y
entonces te llega. Que se deje de fabricar el chocolatín Jack es una parte de
tu infancia que deja de existir. Porque nos guste o no las marcas se instalan
en nuestra vida desde chicos, y luego seguimos la tradición de comprar esos
productos cuando crecemos y nos vamos de
la casa de nuestros padres para hacer la nuestra.
En mi caso te puedo nombrar muchas cosas que hoy forman parte
de mi vida: el frasco de café instantáneo Arlistán. Los fideos Matarazzo. El casancrem (que probé
por primera vez cuando me lo regalaron en una visita que hicimos con la escuela
a la planta de La Serenísima en General Rodriguez), Los postres Shimmy o
Serenito (que hoy se devoran mis hijos), la 7up, Paso de los Toros, Vitina,
Nestum, Maizena…
Y hay otras que ya no se hacen, o que se transformaron en
otra cosa. Revista Anteojito, Billiken, Cosmik, Poketeers, Fizz, el postre
Sandy, Topolino, Mis ladrillos, Tubby 3 y Tubby 4, Aurora Grundig, y demás
marcas que en este momento no recuerdo pero que a veces encuentro en uno de
esos powerpoints que andan por ahí.
El chocolatín Jack se dejó de fabricar por cuestiones
burocráticas. Eso no quiere decir que ya no se vuelva a hacer, incluso puede
que en algún momento vuelva protagonizando algún revival como hace poco lo
hicieron los alfajores Negro y Blanco de Bagley o el alfajor Suchard. Pero lo
cierto es que la congoja de los conductores de Perros de la calle me tocó
ciertas fibras sensibles. Así que aproveché que tenía que salir a comprar
llevando a mi hijo de 9 meses en el cochecito, pasé por un Kiosco y compré los
últimos 3 chocolatines Jack que quedaban en la caja del exhibidor.
Cuando llegó mi mujer del trabajo, antes de irme a trabajar,
nos reunimos en la mesa junto con mi otro hijo de 4 años, recién llegado del
jardín, y les di un chocolate Jack a cada uno. Disfrutenló, les dije, porque ya
no se fabrica más. Y dicho esto, nos lo comimos.
Estaban riquísimos. No les puedo explicar la manera en que
degusté ese chocolate. Los muñequitos que vinieron son los de LA MOLE, DOCTOR
OCTOPUS y FLASH. Y además stickers de SPIDER MAN y tatuajes. Mi hijo mayor no
entendía un pomo pero mi mujer sí. Me guardé los envoltorios como recuerdo y
seguí con mi vida. No sé si algún día mi hijo mayor tendrá recuerdos de ese
momento, ni cuánto significará para él haber comido uno de los últimos chocolatines
Jack que quedan en el mercado. Tampoco
sé cuántas personas habrán salido a comprar chocolatines Jack luego de escuchar
el programa. Lo cierto es que por un momento, gracias a la radio, todos
conectamos con un mismo sentimiento. Y sentimos algo parecido: ya estamos
grandes. Así que bueno, lo importante es que pude hacer lo que creí que debía
de hacer para despedir a este gran compañero de mi infancia. Y además, nunca
podrá decirse que un hijo mío jamás probó un chocolate Jack.
Bueno, ya está, la vida continúa.
Bye Bye Jack, te vamos a extrañar…
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