¿Alguna vez te preguntaste qué había más allá de la parada del colectivo en la que te bajás? ¿Te preguntaste cómo serían las casas, las calles y la gente? ¿Te pusiste a imaginar tan siquiera los centros comerciales? Y si lo hiciste ¿Cómo te los imaginaste? ¿Como lugares excitantes o todo lo contrario? ¿Osaste alguna vez bajarte aunque sea dos paradas más allá? ¿Te animarías a ir hasta el final del recorrido? Y si no te animás ¿Te vas a atrever a pedirle a los choferes que te cuenten cómo es? ¿Puede un chofer de colectivo contarte cómo es el lugar en donde todo termina? ¿Qué es mejor? ¿Ir a por ello y saciar la curiosidad o guardarlo eternamente con su halo de brillo misterioso en algún rincón de la cabeza? ¿Cómo saber qué es mejor? La disyuntiva: permanecer o ir más allá. Igual, lo más probable, hayas o no hayas saciado tu apetito, es que vuelvas. Si es así, estaría bueno que nos lo cuentes y te paguemos por ello.
3 comments:
Me paso un par de veces pero sin quererlo...me quedaba dormida en el colectivo y me despertaba tres paradas mas lejos, auch! El volverse caminando estaba bueno, veia lugares que antes nunca habia visto y lo loco es que prestaba mas atencion a eso. Con lo cual, haciendo el paralelo con la vida, a veces esta bueno seguir de largo (aunque sea dormidos!), pasarnos de parada de vez en cuando, salirnos de la rutina, ver q hay mas alla,... y la vuelta no suele ser tan terrible...
Sldos y Felices Fiestas!
Adhiero a esa idea, incluso es mejor que nos pase dormidos, creo que muy pocos lo haríamos estando despiertos
Felices fiestas
Una vez seguí más allá de la parada. Iba en el 160 vestido de marinero (que va´sé) y en la calle Medrano, a la altura de la UTN, subió una chica rubia que no pude dejar de mirar. Me tenía que bajar siete cuaras mas adelante, en la intersección con Rivadavia, para combinar con el subte y volver a mis pagos de Caballito. Pero seguí viaje a la espera de que ELLA bajara. La capacidad de asientos estaba apenas cubierta. ELLA permanecía parada y yo, desde el centro del fondo, tenía una visión tan poco despreciable como mejorable. Bajaría y yo detrás. Vería donde, cómo. No me importaba el traje que me habían puesto. En mi carácter repentino se transformó en la nota de color que me daría el pie. Iba con la gorra en la mano (por ir en lugar cubierto?)
ELLA continuó hasta Bánfield. No sabía que el 160 podía llegar hasta Bánfield y no imaginaba que Murphy se haría presente justo ahí. Más de una hora de mas que me arremetieron e insuflaron coraje al menos para tratar de cobrar el tiempo invertido.
Bajé atrás de ELLA, la seguí unos metros y con la simpatía acumulada pude robarle un teléfono.
La segunda vez que nos vimos se enteró de que yo vivía en Caballito y viajé hasta Bánfield "sólo para acompañarla".
Nos vimos unas cuantas veces, casi siempre en la calle Medrano. ELLA se llamaba Laura y era realmente hermosa.
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