Un blog es una bitácora. La referencia a la bitácora proviene de los viejos cuadernos de bitácora que se usaban en los barcos para describir los detalles de las travesías y que se guardaban precisamente... en la bitácora. Una habitación de la cual muy pocos tenían la llave. Hoy en día, y desde hace un par de años, asistimos a la fiebre de los blogs, una puerta sin llave que quizá llega a ser tan poco tentadora como todas las puertas sin llave, salvo que seas una celebridad, obviamente. podría afirmarse que la llamada blogosfera se ha convertido en una especie de patrón terapéutico de millones de personas en todo el mundo. Para tener una página web ya no hace falta pagar un hosting. Un blog es la solución. Y entonces todos pueden tener su lugar en la gran revolución llamada internet. Ser parte de la red. Ser parte de algo. Aunque bueno, quizá la palabra red tenga una especie de connotación un tanto fea, ya que estar en la red puede querer decir que uno cayó en una trampa. Y puede ser, pero hay que admitir que hay trampas a las que uno marcha gustoso. En mi caso, admito que la internet ha hecho que me la pase mucho tiempo sentado en lo que Douglas Coupland describió en su exitosa novela GENERACION X como "punto de engorde". Pero bueno, todo tiene sus pro y sus contras, siempre fue así con todas las cosas, es parte del progreso y de las nuevas perspectivas que siempre necesitamos para mantener viva una de las motilidades más importantes de nuestra vida: el entusiasmo. Y acá están los blogs, dispuestos a que millones de vanidosos nos demos a conocer a través de lo que sabemos hacer, una rama tan grande de cosas que puede ir desde la pelotudés a la genialidad. Incluso millones de pelotudeces pueden convertirse en un libro y ser best seller. Y millones de genialidades también. De hecho hay muchos blogs que ya llegaron a los stands de libros de Yenny y El Ateneo por sólo citar un par de librerías importantes de Buenos Aires. Y en el medio de toda esa diversa vanidad mundial acá estoy yo, con este humilde blog que ya va por las 1300 visitas. Y también dándome el gusto de hablar de lo que se me antoja y hasta regalando un libro que ha surgido de mis propios cuadernos de bitácora que me han ayudado a ablandar la mano en el díficil arte de escribir. De hecho, quiero agradecer a los que han bajado el libro y me han hecho saber que lo leyeron, eso es mucho más gratificante que ser best seller, en serio. Y además, en unos días estaré publicando la segunda parte, como para que se empachen de todo este kilombo que tengo en la cabeza y que tantos buenos momentos me ha dado. Y acá vamos entonces, en la hoguera de las ciber vanidades, intentando algo que a muchos nos mantiene vivos: ser parte del mundo y tratar de cambiarlo. Y bien: ¿adónde vamos desde aquí?
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