¿Qué es lo primero que piensa uno cuando absolutamente desinformado sale de su casa, sube al auto, y pone marcha en dirección a su trabajo de todos los días escuchando temas viejos de Roy Orbinson y de repente se encuentra en un tremendo embotellamiento provocado por un piquete de personas que con motivo de reclamar no se qué cosa se arrogó el derecho de cortar la avenida General Paz? Y ahí se produce el fenómeno gutural, ahí mismo, cuando el lenguaje soez que cada uno lleva dentro de sí toma el control de la lengua para descargar una andanada de expresiones: “¿Por qué no se hacen un piquete en el orto? ¿Por qué carajo no van a hacer piquetes a la casa de gobierno? ¿Qué tengo que ver yo con esto? Con este calor, ¿no tienen una mierda qué hacer?” y así sucesivamente hasta desembocar en expresiones seudo fascistas del tipo “acá hace falta mano dura, esto es una joda, traigan el hidrante y tírenles aguita azul” y ni hablar de las expresiones un tanto racistas… Y no se trata de que por decir o pensar esto a uno le hagan un juicio por expresiones de lesa humanidad. Se trata de algo que sirve para sacarse la bronca que genera el hecho de comerse un garrón injustificado. Porque cortar rutas y accesos (además de violar el derecho a la libre circulación) llama mucho más la atención de los medios, y ahí estamos saliendo en la tele y mañana seguro que aparezco en el diario. Quizá ir a reclamar a casa de gobierno sólo les proporcione un recuadrito insignificante. Después de todo, ¿no es acaso lo más normal del mundo ir a hacer quilombo a la Plaza De Mayo? Pero el asunto que jode, es esta tendencia muy del 2001 para acá, de que cualquier cosa es válida para cortar rutas. Se acabó la polenta, a cortar la ruta. Se voló una chapa, a cortar la ruta. Hace calor, a cortar la ruta. Injusticia social en Agfanistán, a cortar la ruta. Racing club presenta quiebra, a cortar la ruta y así hasta cosas un poco más serias como Botnia y del tipo queremos planes NO TRABAJAR y ARGENTINA NO TRABAJA, o algo por el estilo (creo que sin el adverbio de negación). Quizá la gente que hace eso debe paladear el poder de decidir si nos quieren cagar el día o no, al igual que las barreras de los trenes o los paros de choferes de larga distancia en semana santa. Y así estamos. Me parece bueno que reclames, pero ¿Yo qué culpa tengo? Nunca fue agradable ser la feta del sándwich, ni rehenes de una negociación. Y encima estas cosas hacen que uno, muy de a poco, le empiece a dar bolilla a ese hombrecito un tanto fascista y discriminador que llevamos dentro, sin siquiera tener intenciones de ser fascista y discriminador. Es lo mismo que pasa con el sarcasmo y la ironía, ese mismo que usás como válvula de escape para reírte un poco y evitar explotar. Y luego de un tiempo te das cuenta de que te convertiste en uno de esos tipos sarcásticos e irónicos con los que ni siquiera se puede hablar un poco en serio. Y andá a saber en que se va a transformar esto. Tal vez en nada. O tal vez un día las formas de protestar cambien al igual que las modas y se conviertan en otra cosa más creativa y menos perjudicial para la gente que sólo quiere llevar su vida sin que le rompan las pelotas. Incluso esas formas podrían llegar a ser tan buenas, que podría llegar a pasar que los propios tipos se bajen del auto, aplaudan un poco, y luego vuelvan a irse. Eso sí, luego de haber dejado un par de monedas en la lata, claro está.
IDEAS - CRITICAS DE BUENA LECHE - DELIRIOS Y OTRAS YERBAS NO TÓXICAS (TODO DENTRO DE UN MARCO LITERARIO)
Thursday, January 28, 2010
PIQUETES Y PIQUETES
¿Qué es lo primero que piensa uno cuando absolutamente desinformado sale de su casa, sube al auto, y pone marcha en dirección a su trabajo de todos los días escuchando temas viejos de Roy Orbinson y de repente se encuentra en un tremendo embotellamiento provocado por un piquete de personas que con motivo de reclamar no se qué cosa se arrogó el derecho de cortar la avenida General Paz? Y ahí se produce el fenómeno gutural, ahí mismo, cuando el lenguaje soez que cada uno lleva dentro de sí toma el control de la lengua para descargar una andanada de expresiones: “¿Por qué no se hacen un piquete en el orto? ¿Por qué carajo no van a hacer piquetes a la casa de gobierno? ¿Qué tengo que ver yo con esto? Con este calor, ¿no tienen una mierda qué hacer?” y así sucesivamente hasta desembocar en expresiones seudo fascistas del tipo “acá hace falta mano dura, esto es una joda, traigan el hidrante y tírenles aguita azul” y ni hablar de las expresiones un tanto racistas… Y no se trata de que por decir o pensar esto a uno le hagan un juicio por expresiones de lesa humanidad. Se trata de algo que sirve para sacarse la bronca que genera el hecho de comerse un garrón injustificado. Porque cortar rutas y accesos (además de violar el derecho a la libre circulación) llama mucho más la atención de los medios, y ahí estamos saliendo en la tele y mañana seguro que aparezco en el diario. Quizá ir a reclamar a casa de gobierno sólo les proporcione un recuadrito insignificante. Después de todo, ¿no es acaso lo más normal del mundo ir a hacer quilombo a la Plaza De Mayo? Pero el asunto que jode, es esta tendencia muy del 2001 para acá, de que cualquier cosa es válida para cortar rutas. Se acabó la polenta, a cortar la ruta. Se voló una chapa, a cortar la ruta. Hace calor, a cortar la ruta. Injusticia social en Agfanistán, a cortar la ruta. Racing club presenta quiebra, a cortar la ruta y así hasta cosas un poco más serias como Botnia y del tipo queremos planes NO TRABAJAR y ARGENTINA NO TRABAJA, o algo por el estilo (creo que sin el adverbio de negación). Quizá la gente que hace eso debe paladear el poder de decidir si nos quieren cagar el día o no, al igual que las barreras de los trenes o los paros de choferes de larga distancia en semana santa. Y así estamos. Me parece bueno que reclames, pero ¿Yo qué culpa tengo? Nunca fue agradable ser la feta del sándwich, ni rehenes de una negociación. Y encima estas cosas hacen que uno, muy de a poco, le empiece a dar bolilla a ese hombrecito un tanto fascista y discriminador que llevamos dentro, sin siquiera tener intenciones de ser fascista y discriminador. Es lo mismo que pasa con el sarcasmo y la ironía, ese mismo que usás como válvula de escape para reírte un poco y evitar explotar. Y luego de un tiempo te das cuenta de que te convertiste en uno de esos tipos sarcásticos e irónicos con los que ni siquiera se puede hablar un poco en serio. Y andá a saber en que se va a transformar esto. Tal vez en nada. O tal vez un día las formas de protestar cambien al igual que las modas y se conviertan en otra cosa más creativa y menos perjudicial para la gente que sólo quiere llevar su vida sin que le rompan las pelotas. Incluso esas formas podrían llegar a ser tan buenas, que podría llegar a pasar que los propios tipos se bajen del auto, aplaudan un poco, y luego vuelvan a irse. Eso sí, luego de haber dejado un par de monedas en la lata, claro está.
Monday, January 25, 2010
VERANO EN BUENOS AIRES (SALGAN AL SOL)
El calor achancha. Detiene ciertos enviones. Paradójicamente congela algunos proyectos. Y las computadoras se sienten solas sino tienen cerca, o por lo menos en la misma habitación, un equipo de aire acondicionado o un ventilador de proporciones tales que aseguren unas buenas ráfagas de viento al ser humano que las enciende y se deja absorber por lo que le muestra el monitor. Si hay Pelopincho en el patio la compu se siente sola. Chau, nos vamos, te dejamos sola. El verano un poco provoca eso de "Salgan al sol, revienten" que alguna vez proclamó un tal Billy Bond y su fucking pesada del rock and roll. Salgan al sol, respiren, corran, zambullánse en una pileta, y si no tienen pileta un buen manguerazo, y si no un baldazo de agua en la cabeza, y si no llenen bien la bañera, agreguen hielo y sumerjánse. Procuren conseguirse unas antiparras para hacerlo un poco más acuático, o más playero, o más veraniego, como quieran llamarle, total no viene al caso. Hagan cualquier cosa que los refresque y alejensé del teclado. Es verano. Y cuando llegue la noche apaguen la tele, tomen lemonchamps y miren las estrellas, y sino una buena cerveza, con la radio prendida, pero eso sí, en short y ojotas, para hacerlo mas... Bueno, ya saben. La cosa es que el verano invita a quitarse del culo el conector 2.0 y a salir de la casa. Por eso es que escribo poco últimamente, y si no fuera por Sandro casi ni habría escrito nada en lo que va del año. Incluso me da calor pensar en la gente que se la pasa conectada dentro de una càpsula-funcional-refrigerada. Está bien, me había olvidado de la globalización y que quizá estes leyendo esto en el más crudo de los inviernos. Pero bueno che, ya habrás tenido tus buenos veranos tambien. Así que a los que están sudando el calor, dejensé de hinchar las pelotas, porque si están leyendo esto lo más probable sea que no tengan un carajo que hacer. Apaguen la máquina y salgan a quemarse la vida, que el verano está en pleno apogeo, y después viene el invierno y no vaya a ser cosa que no encuentren frazada.
Tuesday, January 12, 2010
¿GRACELAND EN BANFIELD?
Hace mucho que no escuchaba el disco COMBAT ROCK de los CLASH. Demasiado tiempo en verdad. De hecho no me parece un gran disco, pero hoy lo iba escuchando en el auto y la pasé muy bien con varios de sus temas. Pero bueno, no era de esto de lo que quería hablar, sólo me interesaba exponer algunas cosas que me quedaron colgando con el hecho de la muerte del artista que no voy a nombrar porque si leyeron el post anterior ya saben a quién me refiero. Incluso hubiera sido más fácil nombrarlo que poner todo esto. Pero bueno, uno ve una puerta abierta y se manda a ver qué hay, aunque en este caso no salió gran cosa. Lo cierto es que ya entrada la madrugada del aquel día en el que falleció el artista, cuando la familia se fue a dormir puse Crónica TV, canal por el que no paraban de desfilar imágenes de la vida de este gran astro, y lo dejé de fondo mientras me dedicaba a mis actividades literarias. Me llamó la atención un fragmento que mostraba a las "nenas" haciendo fila para entrar a la mansión del astro para saludarlo por su cumpleaños. A una de ellas, luego de haber vivido tan intenso momento, la cronista le preguntó: ¿Y? ¿Cómo es adentro? Interesante. No le preguntó lo acostumbrado. ¿Cómo es? ¿Qué te dijo? ¿Qué le dijiste?. No. El asunto es saber cómo es el interior de la casa del señor Roberto Sanchez, qué hay detrás de esos muros. Es sólo una casa, quizá no muy diferente de muchas que hay en los countries. Quizá lo sepamos si avanza esa idea que circuló por algunos canales, de querer convertir la casa de Banfield en nuestra Graceland Local. Pero bueno, la señora sólo entró al pequeño recibidor, con paredes blancas. Sólo nos dijo eso. Nos dio un pequeño trozo del misterio, ese que nace por el sólo hecho de no querer hacer que la gente entre a tu casa.
Monday, January 04, 2010
SANDRO (1945-2010)
¿Cómo lo recordaremos a Sandro? ¿Lo pondremos junto a Gardel? Son preguntas que sólo responderá el tiempo, ese mismo que junto con el gran intérprete se ha llevado el ritual que cada 19 de agosto se repetía en la puerta de su casa con sus bien llamadas "nenas" que iban a saludarlo por su cumpleaños, y a las que luego hacía pasar para sacarse una foto con ellas. Un capo total. "De mi casa para afuera soy Sandro; de mi casa para adentro, Roberto Sánchez: yo no compro lo que vendo". Quizá nadie como él para definirse y para construir su propio mito. Supo hacer de su vida personal un misterio. Quizá sea por eso que su caserón de Banfield tiene paredes tan altas. Sólo personas muy selectas podían atravesar esa puerta blanca. Con Sandro se fue uno de los grandes hitos populares argentinos. Escucharlo cantar "Así", "Penumbras" o "La vida continúa" podía llegar a ponerte la piel de gallina. Un tipo con ese carisma típico de la gente de barrio. Ganador, seductor, comprador, charlatán. Con un particular sentido del humor que desplegaba en extensos monólogos entre canción y canción. Supo demostrar a quién quisiera cómo se debe cantar una balada. Empezó a fumar a los 13 años y llegó a consumir la friolera de 80 cigarrillos diarios. Todo eso derivó en un enfisema pulmonar que terminó por condenarlo. Ni siquiera un doble transplante de corazón y pulmón pudo quitarle esa cruz de encima, "nadie maltrató tanto el cuerpo como yo" llegó a decir en uno de esos tantos arrepentimientos públicos. Lo que está bueno, y que de alguna manera muestra que en ciertos aspectos hemos tenido un cierto crecimiento cultural, es la tranquilidad de que se lo ha homenajeado en vida cómo se merece, incluso en el reconocimiento a la trayectoria que se le hizo en el Congreso de la Nación en octubre de 2006. A muchos nos hubiera gustado que se recuperara y pudiera volver a brindar una serie de shows inolvidables, pero esta vez no pudo ser. Si algo podrá decirse de él, es que fue una estrella que supo administrar sus destellos hasta último momento. Nos quedará sus grandes canciones y su forma de ser tan carismática. Sólo restará verlo convertirse en leyenda.
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