Hace unos días le leí a mi mujer un post que el señor Alejandro Rozichtner había publicado en su blog 100volando. En él se preguntaba ¿Cuánto nos gusta gustar? Aquí algunos párrafos.
“La primera respuesta sería, casi sonando lógica, "mucho". ¿Quién no quiere gustar, ser apreciado, valorado, deseado, admirado, necesitado? Gustar parece un básico, como las remeras blancas.”
“Sin embargo, puede pensarse de otra manera. Si te gusta mucho gustar, en vez de hacer lo que querés, en vez de vivir centrado(a) en tu deseo, o en tu necesidad, le das demasiada entrada en tu plan íntimo a la consideración externa.”
“El que quiere gustar mucho, todo el tiempo, no gusta a nadie. No es, no llega a ser. Se pierde.”
“El que quiere gustarse a sí mismo, digamos, y oye los postulados de su deseo, su rumbo en la vida, termina por gustar más, aunque haya descuidado esa variable. Vale para los hombres y para las mujeres, claro.”
Lo que sugiere el pensador es la idea de que al pensar en gustar todo el tiempo te convertís una persona falsa. Lo bueno es que nos pusimos a desglosar y a discutir estas afirmaciones y surgieron un par de conclusiones interesantes que anoté en un papel:
1-¿Tenés que esforzarte mucho para agradar? Supongo que eso depende del lugar y del ambiente. Entonces surge la otra pregunta: ¿Necesitás encajar en ese ambiente?
2-Si me encuentro a mí mismo y sé quien soy, estoy feliz de haberlo hecho, y al estar feliz soy agradable sin tener que hacer ningún esfuerzo.
3-Gustar mucho a los demás puede hacer que pases poco tiempo solo. Esto a veces es bueno y a veces no tanto.
4-Hay una verdad irrefutable: no se puede gustar a todo el mundo.
5-¿Los demás te juzgan o sos vos el que se siente juzgado?
6-“El infierno son los otros” Sartre.
7-¿Está mal ser sociable? No, pero es necesario para convivir en una sociedad. Es como todo, si sos poco sociable vas a encontrar dificultades y si lo sos demasiado incluso te podés ganar enemigos.
8-Ser sociable, como la mayoría de las cosas, está bueno si uno encuentra un punto medio. Es decir, participar de una comunidad y al mismo tiempo no sentirse invadido. La invasión lleva a la perdida de la intimidad. Y la perdida de la intimidad lleva al abandono de lo que uno es.
Y la lista pudo haber sido más extensa, pero se hizo la hora de la comida y bueno, primero lo primero ¿no?
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