Monday, August 10, 2009

MISTERIOS SACADOS DE ALGÚN LADO


Son mañanas en las que uno posa delicadamente la cabeza entre las manos y se pone a pensar sin pensar tanto. Mira las cosas que hay en derredor, percibe los sonidos que flotan entremezclados en oleadas de aire y alcanza a ver algo más allá de las cosas en sí. Podría decirse que es una especie de receptor funcionando en un porcentaje muy cercano a la máxima capacidad posible. Y la mente comienza a divagar y a hacerse preguntas. Se elaboran y se descartan proyectos a una velocidad asombrosa. El entusiasmo es una especie de onda senoidal. Arriba, abajo, arriba, abajo. Pasan personas y se intercambian palabras de manera autómatica, fórmulas ya probadas que funcionan muy bien para disuadir al otro de tener una conversación o de que ensaye una mínima invitación a perder el tiempo en manos del azar. 
-Hola, ¿cómo estás? 
-¿Qué hacés? ¿Todo bien?
-Todo bien, che, todo tranquilo.
-Que bueno.
-Que bueno, nos vemos.
-Saludos.
-Saludos.
Son momentos de introspección, de recuerdos de juventud, de confeccionar listas de sueños perdidos que vamos acumulando a través de la vida, uno arriba del otro, desparramados y formando una imagen tan morbosa como la de una pila de cadáveres. Se suceden fotos como si fueran diapositivas sobre una pared en blanco. Flashback le llaman ahora. Y entonces el planeta se integra con el cuerpo y la tierra, ese suelo tan sagrado, se funde con los pies y uno es la raíz de un árbol que alguna vez tanto dio que pensar a Sartre. Son momentos de una luminosidad impresionante, momentos en los que a veces me pregunto cosas como… ¿Qué será de la vida de las dos chicas que hacían coros en THE SACADOS? 


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