Wednesday, September 09, 2009

EL CINE DE LUCRECIA MARTEL

Las películas de Lucrecia Martel (Salta, 1966) son extrañas (aunque quizá debería decir “distintas”). Son vanguardistas (aunque quizá debería decir “muy originales”). Son toda una experiencia sensorial (aunque quizá debería decir…), una invitación a un mundo de situaciones muy cotidianas que transcurre en las partes sensibles de la clase media. Acabo de ver LA MUJER SIN CABEZA (2008) y me pasó lo mismo que con sus anteriores largometrajes: LA CIÉNAGA (2001) y LA NIÑA SANTA (2004). Me parecieron lo que yo llamo “Una muy buena película mala”. Las 3 tienen puntos en común: el ritmo lento, el marco de lo que se suele denominar “quietismo provinciano”, un pueblo donde todos se conocen, una pileta de natación, niños jugando por ahí, una casa con gente que viene y que va, mucho hablar en voz baja, mujeres angustiadas… En ellas la trama está como disuelta en el aire, esperando que el espectador apele a su imaginación y la dote de cierta consistencia. Se insinúa mucho más de lo que se dice y las cosas trascendentales suelen ocurrir en el fondo de la escena, obligándote a que tengas los sentidos bien despiertos. Y la sensación que me da es que la mayoría de los problemas surgen propulsados por los resortes de un colchón llamado “aburrimiento”, es decir, el aburrimiento que a veces nos lleva a hacer pelotudeces que nos pueden joder la vida.



Con LA MUJER SIN CABEZA me pasó de verla prestándole mucha atención al sonido en sí (el laburo en ese sentido es excelente), y es como que uno se sumerge en ese clima tan de siesta, tan “después de almorzar” que suele haber en los pueblos del interior que por momentos queda encantado. Un clima al que a veces, atosigados por tanto ruido, necesitamos escaparnos los fines de semana. Y LUCRECIA MARTEL logra llevarte a ese lugar durante una hora y media. Y te mantiene tenso porque de repente pasaron 20 minutos de película y todavía no pasó nada, y a la vez es una tensión tranquila, porque no dejás de esperar que algo pase (“me entretiene pensar que ese universo que he construido es algo muy cercano a la propuesta de Horacio Quiroga, donde las cosas reales se mezclan con la morbosidad de los niños. Es como si fuese la percepción de alguien con fiebre, la percepción desconsolada de alguien enfermo”, dijo la cineasta en una entrevista). En LA MUJER SIN CABEZA la trama se centra en una mujer que atropella algo en la ruta y queda en un estado de enrarecimiento porque cree que atropelló a una persona. Y alrededor de ella vemos qué va pasando con la familia y cómo reacciona a eso. Meterse en ese clima, un tanto denso y caluroso, suele ser un buen escape a la velocidad diaria. Hay que encararla con ganas de meterse de lleno en eso. No son películas para cualquier momento. No son para un sábado a la noche en el cine ni en casa. Son más bien para la hora de la siesta, o para un domingo a la noche cuando hay que relajarse para empezar la semana… o para cuando estás enfermo y bastante podrido de estar en la cama. En fin, cine argentino original.  Les dejo los trailers para que se den una idea.



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