Friday, October 30, 2009

SE LA LLEVÓ EL VIENTO


Me vuelve a pasar. Otra vez. Antes mientras estaba en el colectivo, ahora mientras manejo. Me viene una idea a la cabeza y prometo recordarla para escribirla y desarrollarla después. Y es que no puedo parar el auto para anotarla. Primero porque llego tarde al trabajo y segundo porque parar por eso me parece algo estúpido. Además no puedo ponerme a desarrollarla mucho que digamos porque tengo que estar concentrado en el camino, en los vericuetos del tránsito y en la estupidez de los que se te cruzan sin hacer la luz de giro. Por lo general es una línea, un comienzo, la soga de la cual tirar para empezar a traer cosas. Y lo más lindo es que uno no sabe qué puede venir, tal vez un zapato roto, un rollo de papel higiénico perfumado o un recuerdo lejano que anda dando vueltas por ahí. El tema es que la idea se pierde y junto con ella la sensación de que uno podría haber hecho algo muy bueno con eso. Entonces si hay un momento libre se agarra el cuaderno y se empieza. Y ahí va la estilográfica poniéndole garra. Y ahí está uno manejando la pelota, pisándola, haciéndola circular de aquí para allá con paciencia hasta que aparezca el hueco. Porque ninguna estructura humana es perfecta y siempre aparece el error, o el accidente, y hay que saberlo ver y meter la estocada. Por ahora es sólo un esbozo de deseo. La mano se está cansando y no tiene energía para soportar la aparición. Suena el silbato. Terminó el encuentro. Pobre empate 0 a 0.

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