Hacer compilados de música en CD no suele ser tarea fácil. Hay que hacer buenos enganches y saber explotar ciertos climas que la música puede generar. A mí me pasa que termino de armar uno y me lo llevo para escuchar en el auto. Y de alguna manera lo disfruto pero a la vez tengo poco de factor sorpresa porque ya sé qué canción va a venir después y entonces me privo de hacer exclamaciones del tipo QUE BUEN TEMA LA PUTA QUE LO PARIÓ, etc. Entonces es como que hay que armar el CD y esconderlo de nosotros mismos por un tiempo. No sé, un par de meses, o tal vez años, y dejar que se vaya añejando, que vaya tomando color en algún lugar olvidado de la casa. La idea sería similar a la de los vinos: destapar un día y ver si lo que está dentro de la botella es un manjar o puro vinagre. Es decir, guardar el CD al menos hasta que estemos seguros de que nos olvidamos por completo de lo que pusimos en él. No es fácil porque la ansiedad carcome, pero supongo que bien vale la pena intentarlo. Después de todo un buen vino se acaba en una cena y un buen CD en 80 minutos. En ambos casos viviremos momentos intensos, así sean de placer o decepción. Pero bueno, sembrar emociones es un poco como ir a una fiesta: puede salir bien tanto como puede salir mal. Parafraseando a los HEROES DEL SILENCIO en esa gran canción llamada HECHIZO, podría decirse que lo que embruja es el riesgo.
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