Tuesday, April 06, 2010

DOMINGO


Las nueve de la mañana. Aunque tal vez sean las ocho. Hay mesas desocupadas. Poca gente. Es domingo. Es tan sólo el nombre de un día de la semana, pero a veces tengo la sensación de que la palabra domingo explica muchas cosas. Como si ciertos ánimos y aromas y texturas estuvieran adheridos a esa D mayúscula de un modo inexorable. A lo lejos suena una canción de Morrissey. Alguien dejó la radio prendida sólo porque es Domingo a la mañana y hay poca gente. Es una canción melancólica pero así y todo no logro reconocerla. Es una muestra más de que ya no soy lo que era. A veces para bien, a veces para mal. Antes absorbía todo lo que estaba en el aire. Ahora lo selecciono. A veces la paso bien y otras sólo paso el tiempo sin sentir nada exuberante. Es lógico. Todo no se puede. Todo es aburrido. Nada también es aburrido. La cosa constante manteniéndose equilibrada en el tiempo es aburrida. El aburrimiento es peligroso. Y más un Domingo después del desayuno. Lo sé por experiencia propia y por las películas de Lucrecia Martel. Mi papá encargaba bolsas de cemento y levantaba paredes fuera de escuadra. Mi mamá se iba a hacer compras y tardaba tres horas. Yo dormía. Y ahora que lo pienso, creo que inconscientemente salía cada sábado a la noche para nunca dejar de dormir el Domingo a la mañana. Es una manera de esquivar el bulto. Las ocho y diez. Al final no eran las nueve, ¿de dónde saqué eso? Es obvio que estoy teniendo un problema con la percepción del tiempo porque los relojes digitales nunca retroceden. En la radio hay una canción un poco más alegre, con solo de saxo incluido. Tampoco la conozco. Otra canción más que no conozco. Una nueva manera de ser libre. El sol está hermoso. Es domingo. 

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