Cuando estoy cansado mi cerebro empieza a fallar. Me olvido de algo que acabo de hacer hace un instante y tengo que volver sobre mis pasos para ver si lo hice o si sólo era imaginación mía. O me encuentro con que tengo que ir enumerando los pasos a seguir mientras hago algo. Por ejemplo: abrir carpeta, hace doble clic, cargar datos correspondientes a… etc. Incluso hay quienes me ven y parezco un tipo hablando solo, aunque en realidad soy un tipo enumerando pasos para tratar de no cometer errores que le hagan volver sobre sus pasos cuando todo lo que quiere en realidad es terminar de hacer lo que está haciendo. Y cuanto antes mejor.
Lo otro que me pasa es que caigo preso de la estupidez. Es decir, me cuelgo haciendo cosas estúpidas que sólo sirven para pasar el tiempo y luego miro el reloj y caigo en que me queda poco tiempo para hacer las cosas que tengo que hacer. Una mierda. Salgo corriendo y hago todo a las voladas, arriesgándome a hacerlo mal o directamente a no hacerlo aún creyendo que lo hice. Y olvidémonos de sentir placer. Es como si uno estuviera actuando para una comedia disparatada, sobre todo en esas escenas en las que el protagonista se queda dormido y se levanta de la cama haciendo todo a las corridas de un modo gracioso (aseo personal, vestirse, desayuno, etc…). Y al mismo tiempo no puedo evitar preguntarme, ¿por qué soy tan boludo? Supongo que porque a veces hacer las cosas que hay que hacer es algo demasiado sencillo, tan sencillo y al alcance de la mano que uno lo subestima de la misma manera que la liebre a la tortuga. O simplemente no lo hago porque estoy cansado y cuando estoy cansado tiendo más a la boludés que a la actividad productiva. Sobre todo porque sé que encarar una actividad productiva con sumo cansancio hace que esa actividad no sea productiva en absoluto. Y menos que menos placentera. Entonces me inclino para el lado del boludeo. Ni siquiera me acuesto a dormir. Boludeo. De la misma manera que un niño que en vez de irse a dormir prefiere estar fastidioso tan sólo porque quiere permanecer despierto. Como si dormir fuera renunciar a la vida. O darle esquinazo. Es tan tentador el boludeo… Y más si uno tiene una PC conectada a internet y con algunos jueguitos instalados. Es drogarse sin meterse ninguna sustancia. Es obnubilar el cerebro. Y encima no hay satisfacción garantizada, salvo la de batir records personales de vigilia idiota.
El flaco Spinetta decía en la CANTATA DE PUENTES AMARILLOS algo como esto: YA NO POSES NENA, TODO ESO ES EN VANO COMO NO DORMIR. Corría el año 1973. 37 años. Y desde que escuché eso entendí que esa línea de la canción sería algo que no olvidaría jamás. Pero hay días como estos en que la olvido. Y si la recuerdo no le hago caso. Y mi cerebro, si pudiera, me putearía. Necesito descanso, me diría, ya no soy tan joven como creés. Incluso me pediría que vaya a comprar melatonina o algún otro regulador del sueño. Pero bueno, a veces estar así está bueno, uno se siente raro, y sabe que en cualquier momento se puede mandar un moco o hacer algo grandioso. Muchas de mis mejores creaciones surgieron en momentos así. Como este. Como esto.
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