Wednesday, August 13, 2008

OSCURIDADES OSCURAS



Hay gente que por dentro tiene oscuridades oscuras. Frustraciones que a modo de estigmas indelebles se van marcando en algún lado de la cabeza. A veces esas oscuridades pueden manejarse y otras, como toda cosa que necesita ser controlada para que no pase de ciertos niveles y se active la luz roja, se van de mambo haciendo que esa persona lleve su oscuridad a todos lados de la misma manera que se lleva un maletín en la mano. En este momento viene a mi cabeza la imagen recurrente de una mesa cubierta con un mantel de color blanco. Entonces imagino que la persona de las oscuridades oscuras llega y deposita su maletín negro arriba de la mesa. Y que luego de apoyarlo lo abre y en cuestión de segundos cubre el doble de espacio. Está bien, todas las personas, absolutamente todas, tienen sus zonas oscuras. Pasa que algunas cuando salen dejan el maletín en la casa y cuando vienen visitas lo esconden adentro del placard o en algún recóndito lugar del lavadero, por tan sólo citar un par de ejemplos, de esos que todo lo explican evitando que tenga que redactarse una especie de tratado semejante a una Constitución. Otras en cambio reciben a las visitas con el maletín apoyado contra el pecho o con el mismo bien abierto y visible arriba de la mesa. Y es más, ni siquiera lo corren para poner los cubiertos o para dar lugar a la bandeja de facturas con la que se acompañará el tradicional mate que se le ceba a las personas que recibimos en casa en esta parte del mundo. También están los que cuando van de visita alcanzan a dejar el maletín junto a todos los abrigos y carteras que a falta de perchero se suelen depositar arriba de la cama que está en el dormitorio. En fin, a simple vista da la sensación de que las oscuridades propias son como algo portátil, algo que podés llevar dentro de un maletín, o en tu reproductor de MP3 o en tu notebook o inmersa en los pliegues del señalador que en este momento dormita en el libro que estás leyendo. Pero no descubro nada nuevo si afirmo que no es así. Estaría bueno guardar nuestras oscuridades dentro de un maletín y arrojarlo al río (siempre y cuando sea de un material biodegradable, claro está), pero lamentablemente son parte de uno al igual que la luminosidad. Pasa que iluminar requiere de un esfuerzo, en cambio la oscuridad simplemente es eso que está ahí cuando la energía decae. Estuvo ahí siempre, desde el inicio mismo de los tiempos. El problema surge cuando la gente no deja de llevar y de exhibir su oscuridad donde quiera que vaya con el consiguiente efecto de oscurecer el lugar y a las personas que están allí. Generalmente se las cataloga de gente mala o resentida. Yo diría que son gente que tiene los diques rotos y que considera que ya no vale la pena repararlos. A veces me pregunto si cuando llegue a viejo tendré dentro mío la suficiente luz que pueda contrarrestar la oscuridad y si mis diques serán lo suficientemente fuertes como para contener y/o regular el fluir de mis frustraciones y desengaños. Por las dudas voy a empezar a buscar un arquitecto.

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