Por estos días estoy escuchando un CD triple de los Doors que registra los dos conciertos que ofreció la banda (a las 19 y a las 22 horas) en el teatro Arena de la ciudad de Boston el 10 de Abril de 1970. Es uno de los tantos CD que los propios Doors sobrevivientes se han encargado de rescatar, remezclar, remasterizar y editar junto al ingeniero de sonido Bruce Botnik. Los mismos documentan parte de la que sería la última gira de la banda realizó en vida de Morrison. Esta clase de ediciones (por citar ejemplos, Live in Pittsburgh, Live in Hollywood, Live at the Aquarius Theatre, primer y segundo concierto) tiene un gran valor para los fans. En principio, adiós a los CDs piratas con mal sonido. Y en segundo lugar, la posibilidad de escuchar a un Morrison ebrio que por momentos resulta brillante y otros se muestra exhausto, deplorable, insolente, provocador, desafinado y desganado. En el caso de los conciertos en Boston, las diferencias entre uno y otros son increíbles. No sólo en la lista de temas, sino en el ánimo de la banda. En el primero encontramos un comienzo un tanto flojo y lleno de pifies tanto de Morrison como de Robby Krieger, pero de repente esa banda que parece que va a tener una mala noche brinda una versión impresionante de When the musics over o Light my fire, ambos verdaderos tour de force, ni hablar de Mistery train, el cover de Elvis Presley. Viajes épicos en los que la banda gustaba de introducirse y al parecer no tanto de salir. Sin duda uno de los climas preferidos de Morrison, un lugar vasto en donde poder improvisar y jugar con el ánimo y la ansiedad del público, aunque no siempre con buenos resultados. El segundo concierto en cambio es un poco más extenso y caótico, con la banda ya un tanto más en caliente, jugándose a improvisar y a tocar canciones que ni siquiera estaban terminadas como por ejemplo Been down so long que es la que abriría L.A.Woman, su último disco. Los yerros que tienen la banda dan una muestra de lo caótico que podía llegar a ser un concierto de los Doors. Y en mi opinión, mejor así que perfectos, más en una época en donde los discos que se graban en vivo luego son retocados en estudio y lo que llega a nuestras manos es algo prácticamente artificial. Aquí tenemos la pura verdad, lo que realmente pasó, y de alguna manera adentrarse en la escucha de estos discos y cerrar los ojos nos hace sentir como si estuviéramos allí. Así era un concierto de los Doors, todo dependía de cómo Morrison llegaba al lugar, si es que llegaba… Documentos esenciales para los fans que en los años 90 nos deleitamos con las reediciones de In concert y el póstumo Alive she cried. Tal vez sea una comparación absurda pero si escuchás la mayoría de los Cds en vivo que Pearl Jam editó de su gira del año 2000 como motivo de la presentación de Binaural, vas a notar que la banda suena excelente y sin manchas, prácticamente sin pifies, con muy poca variación de la lista de temas. En cambio basta escuchar tres conciertos de los Doors para darse cuenta de qué no sabés con qué te van a salir, que puede ser brillante o deplorable, pero al menos yo, más allá de que el concierto de Pearl Jam en el estadio Ferro Carril Oeste fue uno de los mejores que vi en mi vida, prefiero esa incertidumbre, ese sorprendeme, descolocáme, jugátela, arriesgá. Prefiero eso, a ese Jim Morrison eterno, inolvidable….
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