Estoy emocionado. Este 25 de mayo en el que el país cumplió 200 años será algo inolvidable. Los que estuvimos ahí por un rato, en esa mega-aglomeración de gente, estamos contentos. Sí, había tanta gente que casi no pudimos hacer nada, pero lo importante es que estuvimos. 200 años no se celebran todos los días. Y menos de esta manera tan maravillosa en la que se ha celebrado. Es lindo ver a la gente saliendo a la calle. Los medios dicen que fueron 2 millones de personas. No le deben haber errado mucho en el cálculo. Lo cierto es que sigo emocionado y muy feliz de ser argentino. Feliz también de estar vivo para ver todo esto que ha ocurrido y feliz también de haber estado un rato en el paseo del bicentenario con mi mujer y mi hijo de apenas un año y medio. Él no va a acordarse de este día, es muy chico todavía para tener recuerdos, pero tenemos fotos juntos y algún día le voy a poder decir y demostrar que estuvimos ahí. Ahí dónde por un momento todos quisimos estar. Incluso los que lo siguieron por TV. Maravilloso ver tanta gente y ningún incidente, ningún tipo de agresión. Cada uno en la suya, disfrutando a su manera, sin joder a nadie. Pocas veces se da eso. Y es hermoso que así sea. Excelente la interpretación del himno en el Valle de la Luna, el Tedeum en la basílica de Luján, las proyecciones 3-D sobre el cabildo, el desfile artístico histórico, la reapertura del Teatro Colón, los recitales de artistas populares, cada uno de los stands del paseo del bicentenario, los fuegos artificiales, la organización y la celebración con ausencia de banderas políticas. Hermosos los gestos de otros países como la proyección sobre el coliseo Romano y los colores argentinos en el Empire State. Pocas veces los argentinos fuimos tan buenos celebrando. Pocas veces nos sentimos tan orgullosos. Feliz Bicentenario. Que dentro de 100 años este día se recuerde con orgullo.
IDEAS - CRITICAS DE BUENA LECHE - DELIRIOS Y OTRAS YERBAS NO TÓXICAS (TODO DENTRO DE UN MARCO LITERARIO)
Tuesday, May 25, 2010
Tuesday, May 18, 2010
QUE LO CUMPLA FELIZ (EPISODIO 36)
Hoy es mi cumpleaños. Así de simple y de complejo. Este año cumplo 36 y cae de día miércoles. Ya lo sabía desde fines del año pasado cuando tuve en mis manos el primer almanaque 2010. Seamos sinceros, es lo primero que uno mira. Lo otro es ver que tal caen los feriados. Al ser miércoles uno lo vive de esa manera. Es miércoles, hagamos algo el sábado.
No tengo mucho que decir al respecto, ya he posteado lo que pienso de eso en mis cumpleaños anteriores. Lo que sí puedo decir es que no estoy poniéndome a hacer balances ni a fijarme objetivos. Pasa que siento que estoy en movimiento y eso me gusta. Los balances se hacen cuando uno para un poco la máquina. Siento muchas cosas. Mi familia me saludó con una torta hermosa, un libro de Eduardo Sacheri (Araóz y la verdad) y un señalador en cuya superficie está sellada la mano de mi hijo luego de haber sido pintada con témpera verde. Son esas pequeñas cosas que hacen a la felicidad. Además, varios amigos me hicieron llegar sus saludos. Eso también es genial.
Charly García, en pleno apogeo de su etapa SAY NO MORE escribió una canción cuyo leitmotiv reza: yo sé que soy insoportable, pero alguien en el mundo piensa en mí. Y eso es una de las cosas que más reconfortan. No me considero un tipo insoportable, pero sé que alguien en el mundo piensa en mí. Así de sencillo. Tal cual escribió Saramago alguna vez, es lo que tienen las palabras simples, que no saben engañar.
Esta madrugada me encuentra reflexivo. Sé que nací un día domingo porque me lo dijo una de esas cartas astrales que se hacen por computadora en la peatonal de Santa Teresita. Sé que nací a las 18:20 porque me lo dijo mi papá con su ropa de portero de edificio en una vereda del barrio de Palermo. Cuando uno es chico espera mucho ese día. Cuando uno es grande ve como los hijos hacen lo mismo. Sé también que fue en la maternidad La Pardo del barrio de Once porque me lo dijo mi mamá en una tarde lluvia. Sé también que fue por cesárea porque ya estaba pasado como 15 días y no quería salir ni con el goteo. A veces me pregunto si lo hacía adrede. Era el año 1974 en la República Argentina y por lo que leí después, no era un mundo muy agradable que digamos. Mis primeros años fueron en una casa de pensión de la calle Anchorena. Tenía varías piezas que daban a un patio grande. Recuerdo que había muchas cucarachas y que me daban miedo. Recuerdo un paseo en bote por el riachuelo y mi primer cucurucho en una heladería de la avenida Córdoba. A lo largo de mi vida nos mudamos de casa muchas veces. Eso te vuelve un poco cosmopolita y volátil. A veces me gusta que haya sido así. Me gusta la clase de persona que soy. Un ser humano con virtudes y defectos. Una persona que siempre sigue buscando porque entiende que la vida es movimiento y transformación. Es lindo tener 36 años y pensar así. Es lindo pensar que en vez de menos tiempo en realidad queda mucho por delante. Quizá 60 años, ¿por qué no?
36 años quedaron atrás. Es lindo estar vivo.
Ya lo dice la canción del mundial:
When I get older, I will be stronger... just like a waving flag.
Monday, May 17, 2010
DESCONECTAR O NO DESCONECTAR.
Estoy harto de ver gente hablando por teléfono mientras maneja. Y lo peor de todo es que los veo haciéndolo en las principales avenidas. La sensación que me da es que esa gente actúa sobrando la situación. “No pasa nada papá” deben pensar. “No pasa nada hasta que pasa” escucho por ahí de boca de uno de esos pesimistas que nunca faltan pero que a veces son bastante útiles. Encima no es que las personas que lo hacen son pendejos tontos en plena edad de cancherear. No. Esos todavía tienen varios cagazos por delante. Lo que más me jode es ver que lo hace la gente adulta, y dentro de ese rango también están incluidos los viejos chotos. Gente grande, pienso a veces, sumidos en la boludés tecnológica. Un nene con chiche nuevo. Ya deberíamos saber que no hace falta perder un brazo para darse cuenta de que no hace falta pasar por eso para entenderlo. Creo.
Pero el argentino es sobrador por naturaleza. Aunque deberíamos saber que la mano de dios hace goles de vez en cuando, no dirige los destinos de los que manejan. Millones de años sin celulares y ahora estamos hechos unos bichos conectados. Apagar el celular cuando subís al auto no te va a hacer nada.
No te perdés gran cosa por estar off-line.
No te angusties por estar Off-line.
Desconectar está bueno.
Desconectar es estar un poco en un mundo arcaico. Desconectar es no enterarse de nada que no te interese. Es sólo un rato. Es como tomarse un té con limón y whisky de pie en la cocina de tu casa a la una de la mañana. Luz de luna entra por el ventiluz. Saborear y nada más. Silencio.
Pienso en el año 1987. O en cualquier año de la década de los ochenta. O sí se quiere de los setenta. Da igual. Doce y media de la noche. Señal de ajuste en los pocos canales de TV. Se acabó el chiste. A la cama que hace frío.
Wednesday, May 12, 2010
LAS LISTAS QUE TANTO IMPORTAN
En estos días no se habla de otra cosa que no sea la lista de jugadores que terminarán yendo al mundial de Sudáfrica.
Según el diccionario, una lista es una enumeración de personas, cosas, cantidades, etc., que se hace con un determinado propósito.
Mencionar una lista, en muchos lugares es como dictar una sentencia. Buenas noches señor, ¿está usted en la lista? Permítame su invitación. Muy bien, adelante. Disfrute la fiesta.
Hay muchos tipos de listas: la lista de compras, la lista de cosas que tenés que llevar en un viaje, la lista de útiles escolares, incluso los inventarios. Y, valga la redundancia, la lista sigue. Pero hay otras que no contienen una simple enumeración de cosas, sino que se arman con nombres, nombres de personas. Porque no hay lugar para todos. Eso fue, es y será siempre así. Acá, en la tierra, el cielo es un lugar muy chico. Y ahí está la lista más famosa. La lista negra.
Una lista de invitados puede determinar que estás adentro o afuera de la fiesta. Una lista de jugadores determina lo mismo para las grandes competencias. ¿Y las listas sabana? Esas no discriminan, sino que más bien meten lo que anda por ahí para que no queden espacios en blanco. Lo que en el común de los días denominamos como “hacer bulto”. Y las listas negras son tristes. El color con el que se las denomina ya lo dice, un color que nos sugiere sótanos sin luz, celdas de mala muerte o un simple vacío sideral en el que todo ya ha sido disuelto. Incluso la luz. Todo deglutido por una fauce desconocida.
Escribo esto y pienso que dentro del cuerpo no hay luz.
La lista blanca en cambio es la que te dice quienes son los elegidos para que no pienses mucho en los que se quedaron en el camino. Es una pantalla. Por eso es blanca. Acá está, proyecten la película. Un rectángulo blanco en medio de la frondosa galaxia negra.
Alguien confecciona las listas, no se hacen solas. Algunos buscan figurar en ellas y otros escaparles. A algunos sólo les sirve estar al tope, a otros no les importa si están en el medio y están los que se conforman con aunque sea haber entrado justo antes de que cierren la puerta.
En las listas figuran los elegidos.
O los sentenciados.
Eso depende del color.
Las listas son un poco producto de la necesidad del orden. Una aspirina para cierta anarquía. Y en general son crueles. Hacen un triste papel que alegra sólo a unos pocos. Y eso es porque somos demasiados.