Monday, May 17, 2010

DESCONECTAR O NO DESCONECTAR.


Estoy harto de ver  gente hablando por teléfono mientras maneja. Y lo peor de todo es que los veo haciéndolo en las principales avenidas. La sensación que me da es que esa gente actúa sobrando la situación. “No pasa nada papá” deben pensar. “No pasa nada hasta que pasa” escucho por ahí de boca de uno de esos pesimistas que nunca faltan pero que a veces son bastante útiles. Encima no es que las personas que lo hacen son pendejos tontos en plena edad de cancherear. No. Esos todavía tienen varios cagazos por delante. Lo que más me jode es ver que lo hace la gente adulta, y dentro de ese rango también están incluidos los viejos chotos. Gente grande, pienso a veces, sumidos en la boludés tecnológica. Un nene con chiche nuevo. Ya deberíamos saber que no hace falta perder un brazo para darse cuenta de que no hace falta pasar por eso para entenderlo. Creo.

 

Pero el argentino es sobrador por naturaleza. Aunque deberíamos saber que la mano de dios hace goles de vez en cuando, no dirige los destinos de los que manejan. Millones de años sin celulares y ahora estamos hechos unos bichos conectados. Apagar el celular cuando subís al auto no te va a hacer nada.

 

No te perdés gran cosa por estar off-line.

 

No te angusties por estar Off-line.

 

Desconectar está bueno.

 

Desconectar es estar un poco en un mundo arcaico. Desconectar es no enterarse de nada que no te interese. Es sólo un rato. Es como tomarse un té con limón y whisky de pie en la cocina de tu casa a la una de la mañana. Luz de luna entra por el ventiluz. Saborear y nada más. Silencio.

 

Pienso en el año 1987. O en cualquier año de la década de los ochenta. O sí se quiere de los setenta. Da igual. Doce y media de la noche. Señal de ajuste en los pocos canales de TV. Se acabó el chiste. A la cama que hace frío.   

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