En estos días no se habla de otra cosa que no sea la lista de jugadores que terminarán yendo al mundial de Sudáfrica.
Según el diccionario, una lista es una enumeración de personas, cosas, cantidades, etc., que se hace con un determinado propósito.
Mencionar una lista, en muchos lugares es como dictar una sentencia. Buenas noches señor, ¿está usted en la lista? Permítame su invitación. Muy bien, adelante. Disfrute la fiesta.
Hay muchos tipos de listas: la lista de compras, la lista de cosas que tenés que llevar en un viaje, la lista de útiles escolares, incluso los inventarios. Y, valga la redundancia, la lista sigue. Pero hay otras que no contienen una simple enumeración de cosas, sino que se arman con nombres, nombres de personas. Porque no hay lugar para todos. Eso fue, es y será siempre así. Acá, en la tierra, el cielo es un lugar muy chico. Y ahí está la lista más famosa. La lista negra.
Una lista de invitados puede determinar que estás adentro o afuera de la fiesta. Una lista de jugadores determina lo mismo para las grandes competencias. ¿Y las listas sabana? Esas no discriminan, sino que más bien meten lo que anda por ahí para que no queden espacios en blanco. Lo que en el común de los días denominamos como “hacer bulto”. Y las listas negras son tristes. El color con el que se las denomina ya lo dice, un color que nos sugiere sótanos sin luz, celdas de mala muerte o un simple vacío sideral en el que todo ya ha sido disuelto. Incluso la luz. Todo deglutido por una fauce desconocida.
Escribo esto y pienso que dentro del cuerpo no hay luz.
La lista blanca en cambio es la que te dice quienes son los elegidos para que no pienses mucho en los que se quedaron en el camino. Es una pantalla. Por eso es blanca. Acá está, proyecten la película. Un rectángulo blanco en medio de la frondosa galaxia negra.
Alguien confecciona las listas, no se hacen solas. Algunos buscan figurar en ellas y otros escaparles. A algunos sólo les sirve estar al tope, a otros no les importa si están en el medio y están los que se conforman con aunque sea haber entrado justo antes de que cierren la puerta.
En las listas figuran los elegidos.
O los sentenciados.
Eso depende del color.
Las listas son un poco producto de la necesidad del orden. Una aspirina para cierta anarquía. Y en general son crueles. Hacen un triste papel que alegra sólo a unos pocos. Y eso es porque somos demasiados.
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