Estoy emocionado. Este 25 de mayo en el que el país cumplió 200 años será algo inolvidable. Los que estuvimos ahí por un rato, en esa mega-aglomeración de gente, estamos contentos. Sí, había tanta gente que casi no pudimos hacer nada, pero lo importante es que estuvimos. 200 años no se celebran todos los días. Y menos de esta manera tan maravillosa en la que se ha celebrado. Es lindo ver a la gente saliendo a la calle. Los medios dicen que fueron 2 millones de personas. No le deben haber errado mucho en el cálculo. Lo cierto es que sigo emocionado y muy feliz de ser argentino. Feliz también de estar vivo para ver todo esto que ha ocurrido y feliz también de haber estado un rato en el paseo del bicentenario con mi mujer y mi hijo de apenas un año y medio. Él no va a acordarse de este día, es muy chico todavía para tener recuerdos, pero tenemos fotos juntos y algún día le voy a poder decir y demostrar que estuvimos ahí. Ahí dónde por un momento todos quisimos estar. Incluso los que lo siguieron por TV. Maravilloso ver tanta gente y ningún incidente, ningún tipo de agresión. Cada uno en la suya, disfrutando a su manera, sin joder a nadie. Pocas veces se da eso. Y es hermoso que así sea. Excelente la interpretación del himno en el Valle de la Luna, el Tedeum en la basílica de Luján, las proyecciones 3-D sobre el cabildo, el desfile artístico histórico, la reapertura del Teatro Colón, los recitales de artistas populares, cada uno de los stands del paseo del bicentenario, los fuegos artificiales, la organización y la celebración con ausencia de banderas políticas. Hermosos los gestos de otros países como la proyección sobre el coliseo Romano y los colores argentinos en el Empire State. Pocas veces los argentinos fuimos tan buenos celebrando. Pocas veces nos sentimos tan orgullosos. Feliz Bicentenario. Que dentro de 100 años este día se recuerde con orgullo.
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