Esta semana asistimos de un modo público a dos tipos de pasión. Ambas son desmedidas. Y al ser desmedidas provocan reacciones. Una es la pasión del Tano Passman, el que de ahora en adelante será el hincha de River más famoso gracias a que su familia lo filmó viendo el partido de ida que River y Belgrano de Córdoba jugaron por la promoción y que alguien se tomó el trabajo de subir a You Tube. Allí se lo ve despotricar no sólo contra los jugadores del “millo” sino hasta contra la publicidad que pasan, interactuando de un modo vehemente con el aparato televisivo, y la verdad es que uno no puede evitar reírse con todas las ganas. Pero lo cierto es que ese hombre está sufriendo. Y por lo visto sufre mucho. Pasa que es parte del fútbol, yo mismo lo he vivido en carne propia con mi viejo mientras jugaba su querido San Lorenzo de Almagro (por suerte ya dejó esos vicios), y les puedo asegurar que ver fútbol con esa clase de personas no es nada agradable. Pasa que cuesta entender que alguien se ponga así por un partido de fútbol. Pero la pasión es eso, algo que se siente y no se piensa. Algo a lo que cuesta educar.
La otra pasión a la que me refiero es la de Fito Páez, quien escandalizado por el resultado de las últimas elecciones para elegir Jefe de Gobierno de la ciudad autónoma de Buenos Aires, escribió en la contratapa del diario Página 12 que le daba asco y repugnancia esa mitad del electorado que le dio el triunfo a Mauricio Macri (no olvidar que todavía falta el ballotage, pero a simple vista no pareciera que fuera a cambiar el resultado). Leyendo la carta con detenimiento, hay que admitir que es una especie de grito primal, una reflexión sobre lo que esa persona ve y siente. Lo que opina sobre su gente. Y medio que la intención de Fito era generar un poco de revuelo, porque si el tipo no hubiera usado las palabras “asco” y “repugnancia” la carta hubiera pasado bastante desapercibida. Es más, sino hubiera sido levantada y debatida por los medios puede que hubiera quedado como una de esas tantas cartas de lectores que aparecen en los diarios de todos los días.
“A la mitad de los porteños le gusta tener el bolsillo lleno, a costa de qué, no importa. A la mitad de los porteños le encanta aparentar más que ser. No porque no puedan. Es que no quieren ser.”
Este párrafo bien podría aplicarse a gran parte de este país, no sólo a la Capital. Incluso todavía me crispo un poco cuando escucho a cierta gente decir que con Menem estábamos mejor porque nos podíamos ir de vacaciones a Brasil o a Europa, sin importarles que la famosa convertibilidad destruyó gran parte de nuestro aparato productivo. Eso no lo piensan sólo parte de los porteños. Sino gran parte del país, de la Oligarquía Argentina y hasta el mismo Macri (admirador de Menem en las sombras).
“Aquí la mitad de los porteños prefiere seguir intentando resolver el mundo desde las mesas de los bares, los taxis, atontándose cada vez más con profetas del vacío disfrazados de entretenedores familiares televisivos porque “a la gente le gusta divertirse”, asistir a cualquier evento público a cambio de aparecer en una fotografía en revistas de ¿moda?, sentirse molesto ante cualquier idea ligada a los derechos humanos, casi como si se hablara de “lo que no se puede nombrar” o pasar el día tuiteando estupideces que no le interesan a nadie. Mirar para otro lado si es necesario y afecta a los intereses morales y económicos del jefe de la tribu y siempre, siempre hacer caso a lo que mandan Dios y las buenas costumbres.”
No sé qué pensarán ustedes pero este párrafo me parece muy bueno. Creo que es una visión acertada. Lo único en qué disiento es en que esa manera de ser no la tienen sólo “los que votaron a Macri”, sino que es algo un tanto generalizado a nivel sociedad.
En resumen, creo que Fito quiso provocar una reacción, una reacción que promueva un debate, más allá de que se le propinen golpes ideológicos a su persona. Ignoro si Fito vive de acuerdo a los valores que promulga. Pero un artista de vez en cuando necesita provocar para sentirse no sólo un artista, sino una persona comprometida con la realidad. Lo que sí me gustaría decir con respecto al resultado de las elecciones, es que a mi entender los porteños votaron a Macri porque se sintieron desilusionados con las actitudes de Pino Solanas y porque ven en Filmus a un delegado del Oficialismo más que a un jefe de gobierno. No creo que estén satisfechos con la gestión de Macri, convengamos en que 4 años de gestión no le sirvieron para postularse como candidato a presidente como en su momento sí le sirvieron a De La Rúa (más allá de lo que haya venido después). Lo que el electorado quiso decir es que ante pocas posibilidades de cambio o mejoría es preferible quedarse con lo que está, con lo menos peor. Por eso creo que Macri va a ganar el ballotage y también creo que Cristina Fernández va a ser reelecta como presidenta. Incluso me permito imaginar a ese porteño que prefiere seguir intentando resolver el mundo desde las mesas de los bares; me lo imagino como un tipo de 70 años, con una boina, un saquito de lana, el pocillo de café, el vaso de agua y el diario abierto de par en par, me lo imagino diciéndole a Macri algo como esto: “Bueno pibe, digamos que no hiciste gran cosa, pero tanto que jodés te voy a dar otra oportunidad, pero guay de vos que no me arreglés la vereda, pibe, en cuanto no te pongás las pilas te volamos a patadas en el culo, ¿entendiste pibe?”
Me despido con una frase de un gran filósofo:
“Todas las pasiones tienen una época en la que resultan sencillamente nefastas, en la que subyugan a sus víctimas con el peso de su estupidez; y una época posterior, mucho más tarde que la otra, en la que se desposan con el espíritu, en la que se «espiritualizan».
Friedrich Nietzche
Les dejo el link a La carta de fito en Página 12.