Thursday, July 14, 2011

NO APTO PARA LEER UN DÍA DE SOL


Enfermedad. Se detiene el mundo. Se queda sin batería la caja de ritmos. Stand by. Bajarse del mundo unos días. Reclusión con pañuelos de papel y televisión chismosa. Ponerse al tanto de todo lo que se pone al tanto la gente cuando el ocio es una obligación antibiótica. Enfermedad. Hueco en el colchón. Mano de resortes presta a recibir una columna vertebral. Noche. Día. Noche. Día. Visión amarillenta de las cosas. Paladar obstruido de flema. La sal que no sala cobra vida y deja de ser una quimera explícita en una canción de Charly García. Los pies se sienten como globos. Pesan los parpados. Un par de días. Enfermedad. Hay que parar cuando no querías parar. Tantos días de incertidumbre y ahora que las cosas parecen ensamblarse hay que parar. Parar y reposar. Bacteria circundante. Pedazo de trapo roto. Cajas amarillas. Roche. Casasco. Bagó. Mucho amarillo. Logos de laboratorios. Prospectos. Banditas negras. Televisión. Mucha televisión. Y revistas. Y todo lo que ven los demás día a día. La rutina de los otros es tu vacación. Duele la ducha sobre el cuerpo. ¿Frío? ¿Calor? El agua caliente no quema, el agua fría no enfría. Toallón que pesa. Amanecer de pijamas transpirados. Correntadas que lastiman las defensas como navajas voladoras. Ventilación insalubre. Enfermedad. Reclusión. Sentarse en un banco de la estación a leer el diario mientras esperamos que el alta nos deje subir de nuevo al tren.

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