Thursday, February 09, 2012

LUIS ALBERTO SPINETTA (1950-2012)




Ponte color que al morir los hombres son blancos, nos cantaste alguna vez. Y así fue tu vida, una búsqueda constante, un quemar las naves y seguir adelante.  Es difícil prender la tele y ver el titular que nos dice que te fuiste. Pensaba que podría haber sido en 20 o 30 años. Pero no ahora. Uno no cuenta con estas cosas de la misma manera en que no cuenta con la lluvia cuando organiza un evento.

Hay un torbellino de canciones en mi cabeza, tu música aparece hasta en los rincones más sórdidos de mi cerebro. Y pienso en eso de “sube al taxi nena, los hombres te miran, te quieren tomar. Ojo el ramo nena, las flores se caen, tenés que parar”. La cantata de puentes amarillos vive en mí y lo seguirá haciendo mientras viva. ¿Cómo explayarme en esta conmoción tan extraña? Hay tantas cosas que quiero decir…

Cuando me enteré estaba en el trabajo. Fue un mazazo.  Resguardaste tu intimidad a tal punto que la verdad, pensábamos que estabas ganando. Pienso en el cáncer de pulmón y pienso en León Gieco diciendo hace muy poco que su generación ha fumado mucho y hoy tiene que hacerse cargo de las consecuencias.  Al salir subí al auto y puse la radio de Mario Pergolini. Y manejé hasta casa con ABRAZAME INOCENTEMENTE, CANTATA DE PUENTES AMARILLOS, SERÁ QUE LA CANCIÓN LLEGÓ HASTA EL SOL, LA LLAVE DEL MANDALA… es extraño escuchar tu música pensando en que acabás de irte. Me imagino a millones de personas haciendo lo mismo y dándote un adiós en la intimidad de su oscuridad particular. Imagino un gran sepelio donde las velas son tus canciones. Entro a mi muro de facebook y todos piensan lo mismo. Se multiplican los CHAU FLACO, GRACIAS. Y hay fotos, y enlaces a You Tube, y hasta un poco de bronca.

Mañana es mejor nos dijiste, y supongo que lo habrás pensado hasta el final, aún en los peores momentos de tu agonía. Y puede que aún lo sigas pensando, aún cuando los simples mortales todavía dudamos de si las almas piensan.  Por mi parte seguiré pensando en eso.  Siempre. Será mi mantra, mi llave del mándala.

La primera vez que te vi fue con tus socios del desierto allá en el Roxy de Congreso. Eran épocas en las que  tenías el pelo rojo y tu disco no salía porque no te querían pagar lo que pedías. Tocaste 2 horas y media sin parar. Tremendo. En el medio te fui a ver siempre que pude, incluso cuando tocaste en el Colón. La última vez fue en el 2007 en el colegio Don Bosco de Ramos Mejía. La lista de temas fue impresionante. Me fui a casa muy satisfecho. Y en tus conciertos lo escuchabas, no te mueras nunca Flaco, te gritaban. Y tanto gritarlo lo creímos posible.

No hubo ni habrá jamás un músico y un poeta como vos. Sos tan inimitable como las estructuras armónicas de tus canciones. ¿De dónde sacabas esos acordes? Tu legado es un océano vasto y luminoso. Sólo hay que tirarse al agua y explorar. O quizá subirse a una nave y explorar la galaxia…

Ahí va el capitán Beto, por el espacio.

Su anillo lo inmuniza de los peligros…

Chau Luis Alberto.

Cuídate.

Cuídanos.


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