Monday, February 06, 2012

SANTA TERESITA 2012 (IMPRESIONES)



Caminamos por la playa. Era mediodía y estaba nublado. Pero recién llegábamos y queríamos caminar por la playa. Queríamos mojarnos los pies y que nuestro hijo se regocije ante lo nuevo. Vi pasar a una chica con auriculares en los oídos. Al verla pensé en que ya había hecho lo mismo muchas veces. Caminar por la playa con la música adecuada, buscar una conexión y sentir algo distinto.  Ya lo hice y no extraño hacerlo.  Esto me gusta más. Ahora el nene me salpica y se ríe.

En la hostería hay agua salobre porque el partido de la costa carece de agua corriente. Estaba escrito en un cartel en la recepción. No le di mucha bola. Hasta que abrí la canilla del baño y el agua salía un poco marrón al principio y luego se volvía casi cristalina. En el botiquín una botella de agua mineral de 500 cc para que te enjuagues la boca al lavarte los dientes. Por un momento pensé en el futuro del planeta. Por un momento carecer de agua dulce en la canilla se me antojó una estampita apocalíptica.

Con el agua salobre el jabón hace menos espuma y el pelo queda menos sedoso. Por suerte trajimos  agua mineral y un par de botellas de agua de casa. Por suerte ya no tengo pelo.

El hierro que contiene el  agua va afeando el bidet y el duchador. En el inodoro, pareciera que alguien meó recién y se olvidó de tirar la cadena. Aprieto el botón pero el color del agua es igual. Pienso en la leche reforzada con hierro y vitaminas.

Las camas son muy buenas. El somier es LA CARDEUSE, y hay suficiente espacio como para que mi hijo no use su cama de una plaza y se instale en el medio de nosotros.

La ventana da a la peatonal. A la noche es ruidosa, así que hay que cerrar la ventana y dormir con el aire acondicionado. Se duerme bien. Salvo la última noche, cuando se instaló una murga justo debajo de la ventana.

Hacía mucho que no pasaba las vacaciones junto al mar. Lo había cambiado por los ríos de Córdoba. Pero ahora me doy cuenta que tiene su encanto. Sobre todo para mi hijo que parece no cansarse de correr contra las olas y revolcarse en la arena.

Para que no se vuele la sombrilla tuve que comprar un artefacto llamado Tirabuzón. Siempre se aprende algo.  Lo que tiene la playa es que muchas veces se crea cierto halo de camaradería entre vecinos de sombrilla. Sobre todo cuando es gente grande. Uno los  ve como gente que te puede mirar las cosas cuando te vas a dar un chapuzón.

El agua estaba muy agradable. No sabría decir si es consecuencia del  calentamiento global, pero es raro que el mar no esté frío. Es agradable pero a la vez me preocupa.  A esta temperatura puede que no haya polo que resista. Quizá sea plena paranoia vacacional. Quizá sea el efecto de la nota sobre el cambio climático en Australia que leí en la Rolling Stone.

Sólo hubo un par de días de sol pleno. Los demás estuvieron nublados. Pero no nos preocupó. La playa se disfruta igual. No hace falta volver con la piel chamuscada para sentir que uno aprovechó las vacaciones. Al fin y al cabo el tostado dura sólo unos días, con suerte una semana. Después hay que seguir afirmando la blancura. 

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