Luego de la crítica a los docentes que ha hecho la presidenta en su discurso de apertura de las sesiones del “honorable” congreso de la nación (cosa de la que ya hablamos en este blog), estallaron las opiniones en los muros de Facebook y Twitter. Muros que de alguna manera se han convertido en un lugar de catarsis, en una típica mesa de cafetín de Buenos Aires virtual en donde cada uno dice lo que piensa o “lo que le conviene que crean los demás que él piensa”, sin que lo interrumpan por el ritmo un tanto pugilístico que a veces suele tener una conversación cara a cara.
Entre todo lo que se dijo en ese collage de opiniones noté que mucha gente se ha fanatizado con este gobierno y a veces cae en el error de defender lo indefendible. Como lo hace Horacio Pagani con Riquelme, o muchos fanáticos de Maradona con cada uno de sus dichos o Raúl Portal con el padre Grassi. Son los riesgos que surgen cuando te ponés una camiseta y admirás a un ser humano. La defendés de la misma manera que un nene lo hace con su mamá, porque “mamá siempre tiene razón”. Hasta que crecés y te das cuenta de que no siempre es así.
Se da mucho cuando este gobierno genera debates. En seguida se abren las aguas y empiezan a volar las flechas de un lado y del otro. Incluso se televisa. 678 versus TN.
Párrafo aparte para la frase “se comete el error de generalizar”. Es cierto. No todos los que cobran planes se rascan y no hacen nada. Pero vaya a saber uno por qué, la idea general es la contraria. Entonces los diputados son todos vagos y corruptos que se duplican la dieta. Los de la mesa de enlace una manga de oligarcas. En la villa son todos chorros. Los policías son más ladrones que los ladrones. Los abogados son todos oportunistas y los docentes unos tipos que laburan 4 horas, tienen 3 meses de vacaciones y todavía se quejan.
¿Y entonces?
La idea general es que son más los diputados que se rascan que los que laburan en serio. Entonces son todos vagos. No se salva Sodoma por más que haya 10 familias de buenas costumbres. Es muy bíblico pero es así. Y luego empiezan a pasar por “la máquina de generalizar” las demás profesiones y estratos sociales. Lo que sí nunca escuché a un diputado quejarse de esta opinión arraigada en la sociedad. ¿El que calla otorga?
Generalizar es un error. Es cierto. Es una opinión fácil. Típica del que no quiere ahondar mucho en cuestiones que no le interesan.
Entonces el problema es la mayoría. Primero porque en algunos casos salta a la vista. Y segundo porque es la que condiciona la “opinión general”.
Están los formadores de opinión, pero también están los que forman su opinión basándose en vivencias propias. Y también los que forman su opinión combinando las dos cosas.
¿Hay más policías corruptos que policías buenos? ¿Hay más políticos de mierda que políticos “buena gente”? ¿Hay más periodistas “panqueques” que periodistas con ética? ¿Hay más músicos y artistas drogones que “limpios de toda sustancia”? ¿Hay más docentes vagos y repulsivos que docentes dedicados y apasionados? ¿En una villa hay más ladrones que gente laburadora? ¿En una tribuna de fútbol hay más barrabravas que hinchas?
La mayoría gana y genera la opinión generalizada. Cada cual tendrá la suya de los anteriores casos citados.
Volviendo a lo primero, creo que el “ponerse la camiseta” y defender una postura es más una cuestión de sentimientos que algo racional. Y ahí es cuando muchas veces se cae en el error de defender lo indefendible. Y al haber sentimientos también es más probable que en ciertos momentos uno se sienta decepcionado.
Lo que quiero decir es que te fijes bien cuando te ponés la camiseta de un partido, o de un equipo, o de una banda, o de una persona, incluso de un gobierno. Alabar sus virtudes y reconocer sus flaquezas te hacen alguien más inteligente que aquél que se empecina en defender lo indefendible porque sí, porque yo soy hincha y me la banco.
Y si no tenés el don de reconocer que tu ídolo se equivocó, como le pasa a todo ser humano, entonces cállate. Hacete el tonto como cuando tu equipo pierde un partido. Llamate a silencio hasta que llegue la próxima victoria. Cuando llueve, en lo posible, hay que quedarse en casa a esperar que pare. Y de paso pensar un poco. Y jugar a la Generala…
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