Friday, March 16, 2012

THE WALL LIVE EN RIVER - LA PREVIA



Creí que el muro era más alto. Está bien, estoy en una platea alta pero, no sé por qué, se me antojaba un  poco más colosal (como si eso tuviera que ver con la altura). Falta poco menos de 2 horas y las ubicaciones sin numerar se van completando de a poco. En cambio las ubicaciones numeradas que están sobre el campo todavía están bastante vacías. La comodidad y el dinero siempre fueron de la mano, no hay dudas.

Me gusta la ubicación que conseguí, me habían dicho que viniendo a eso de las 7 de la tarde podía encontrar buenos lugares. Es un show para ver de lejos sin problemas, salvo que quieras verle las arrugas a Roger Waters, pero si estuviste viendo bastante tele por estos días puede que ya no te interese tanto su cara.

De algún modo, muchos de los que venimos a ver THE WALL LIVE queremos vivir la gran revancha tecnológica que tiene esta opera rock con respecto a aquel show que Pink Floyd estrenó allá por el año 1979 y al que Roger Waters presentó en Berlín en 1990. Creo que de alguna manera esto es lo más cercano a un Show de Floyd que vamos a poder ver por estas tierras a las que nunca bajó la gran banda que supo plasmar las pesadillas en alta fidelidad. Pienso que la locura que generó la venta de entradas para estos 9 shows de THE WALL LIVE es una respuesta a lo que significa esta obra maestra en la vida de millones de argentinos, esta suerte de Biblia del rock y del arte que supo conectar (gracias a la gran película de Alan Parker) con muchas personas mientras pasaban por épocas oscuras y tremendas.  Y hoy, muchos de ellos ya encaminados en un sendero un poco más luminoso, venimos a apreciar esta locura sin riesgo de enloquecer y que nos den ganas de salir a quemar escuelas, o a romper autos, o a afeitarnos el cuerpo por completo.  

Una de las cosas que más me joden de venir a ver shows a River Plate es el asunto de dónde dejar el auto. Por suerte encontré lugar en el hiper estacionamiento del show case, que cobraba lo mismo que un trapito pero con la única diferencia de que dejando el auto ahí te podés ir a ver el show con total tranquilidad.

Caminé mucho. Monroe derecho hasta Figueroa Alcorta. De ahí hasta la puerta del estadio. No había filas. La gente circulaba con bastante rapidez. Al pasar por el cacheo noto que lo único a lo que le dan importancia es a las botellas, lo cual me hizo arrepentir de no haber traído la cámara digital. Es más, ya es prácticamente normal entrar con cámara de fotos a los shows, pasa que soy bastante tonto con eso de vulnerar las reglas, me conozco, sé que hasta el momento del cacheo previo voy a estar pensando en si eso no me va a traer problemas. Sí, señor, en ciertas cosas no soy el héroe de mis cuentos sino un perfecto idiota.  

Hay varios stands con remeras y discos de Floyd  a buen precio, pero ninguno de Waters solista. No hay ningún DVD, y las remeras no me parecen gran cosa así que no compro nada.

Subir las escaleras me mató, ya que venía de dormir poco. Además las subí rápido, me preocupaba lo de ubicación, tanto como poder ir al baño después. Cosa que media hora antes de empezar el show ya no se puede porque, vaya a saber uno por qué, los accesos a la tribuna se llenan de gente apretujada, como si estuvieran en un tren a la hora pico. Es un poco lo mismo, junto a las puertas es donde más gente se junta. Como si ya fuera una costumbre arraigada, lo mismo que hacer fila 3 horas antes de que abra el banco. O pasar la noche en la calle para sacar entradas para una final. Cuando durante el intervalo del show me agarraron ganas de mear me la tuve que aguantar, como la mayoría de la gente de la tribuna, que a su vez miraba con envidia como la gente de las ubicaciones numeradas iba lo más campante a los baños químicos que estaban sobre el campo.

La espera la mitigué escribiendo y escuchando el partido que Arsenal de Sarandí y Boca disputaban por la copa libertadores. A las 21:10 una voz con acento español surgía por el sistema de sonido y recomendaba no sacar fotos con flash, porque las proyecciones sobre el muro no iban a salir.  A las 21:15 se apagaron las luces. Apagué la radio. El momento de la verdad había llegado. 

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