Monday, August 15, 2011

ELECCIONES PRIMARIAS


Ya pasaron las elecciones primarias. Esta cosa nueva de tener que votar dos veces para elegir presidente. Pasa que en el fondo hace ya unas cuantas elecciones que el hecho de tener que votar es algo que jode un poco, pero una vez que entrás al cuarto oscuro lo vivís de otra manera, porque entendés que estás siendo parte de algo importante, y más si votaste al ganador. Uh che, hay que votar 2 veces, ¡como joden! ¿Y qué tengo que elegir? ¿Cuáles son los candidatos? ¿Dónde voto? ¿Otra vez me cambiaron de escuela? Pero esta me queda más lejos de casa que la última vez…

En el año 1983 no se pensaban esas cosas. La gente acudía a votar con desesperación y orgullo. Era algo nuevo y no se sabía cuánto podía llegar a durar. Y en pleno 2011 ya se ha votado tanto que medio que jode un poco. Uno entiende que es importante, pero son muy pocos los que tienen vocación tanto para votar como para ser fiscales de mesa. Y encima un domingo. Y soleado. De esos que son ideales para el paseo en familia.

Y a partir de la reforma política uno se va enterando. Las boletas con fotos y en colores. La elección primaria como un filtro para limpiar partidos oportunistas. El requisito de sacar el 1,5 % de los votos para pasar a la instancia definitiva… Y lo que se obtiene es una foto bastante real de lo que piensa el electorado, lo cual le deja muy poco margen a la especulación vía encuestas pagas.

Podría decirse que no está tan mal.

Alejandro Rozichtner en su libro AMOR Y PAÍS propone que las elecciones no sean obligatorias, lo cual provocaría, entre otras cosas, que sólo voten los que tienen ganas de participar, que por otro otro lado es un voto más útil que el del tipo al que no le interesa y vota cualquier cosa sin siquiera pensar un poco. Admito que me costó salir de casa, pero me tocó una mesa con poca gente. Entonces votar no me jodió tanto, al contrario. Es como cuando te invitan a un lugar y no tenés ganas de ir pero a la vez no podés rehusarte. Y vas, y te divertís, la pasás bien y te decís “qué bien que hice en venir” porque aceptás que lo que te impedía salir era la comodidad de tu casa. Bueno, así me siento cuando hay elecciones. El sistema me obliga a votar, pero no está mal que lo haga, al menos conmigo.

Y al final el 50% del electorado apoyó al oficialismo porque considera que algunas cosas las hizo bien, y que en la oposición no hay gente capaz de dar una solución a las cosas que el gobierno hace mal. Y está bien que así sea. No hay candidatos que representen un cambio. Ni siquiera tienen la capacidad de hacerte creer que son “El cambio”.

“El gobierno triunfo gracias a sus aciertos y no a sus errores” escribió Lanata.

“No hay nada de malo en expresar opiniones, pero cuando las entrañas bloquean el proceso de análisis racional difícilmente se pueda ser cronista de lo que de veras ocurre.” Escribió Martín Lousteau.

Y entonces sí, dejame a los que están, que gobiernan aún teniendo un congreso con mayoría opositora. La oposición no existe. Ni siquiera siendo mayoría en el congreso. No se les cae una idea. Y se dio lo que se esperaba. Mejor malo conocido, aunque en verdad no parezca tan malo… Todavía tenemos 4 años para seguir conociendo a los buenos. En dos meses hay que votar de nuevo. ¡Ufa!

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