Tuesday, November 15, 2011

ALGUNA MAÑANA RARA



No me gusta la gente que se queja, me gusta la gente que sugiere, que tira ideas, aunque no sean gran cosa. Me gusta la gente que lo intenta aunque sea para darse cuenta de que no es buena en lo que intenta. Me gusta la gente que contesta los mensajes aunque sea con un OK, como dándote a entender que se percató de tu presencia.  Pero también es cierto que hay gente que no para de tirar o sugerir cosas estúpidas. Y aunque la prefiera a veces me harta. Pero no tanto como la que se queja.

Es como cuando el cuerpo está cansado y la cabeza va a mil por hora. Es molesto darte cuenta de que te despierta un mínimo ruidito y listo, te quedás pensando cosas  y ya no te volvés a dormir aunque necesites dormir. Y ya sabemos que el descanso es lo más importante no sólo para el cuerpo sino para el cerebro. Y más en esta época de celebridades que sufren de ACV. Y más si no soy una celebridad. No sé. En este momento no estoy durmiendo porque escribo. Pero en realidad debería estar durmiendo. Al menos me consuela saber que no me desperté solo. Pero me jode que al despertar, mi cerebro no quiera volver al recreo del sueño. Quizá porque no hay grandes sueños de los que apropiarse. Puede que no sea tan divertido cazar moscas con un colador… Y el asunto es que el cansancio y el no soportar a ciertas personas van de la mano. El aumento del cansancio es inversamente proporcional a la paciencia que se le pueda tener al mundo. (Bostezo en vivo y en directo) ¿Qué hago? ¿Vuelvo a la cama? No me voy a poder dormir. Es más, me voy a poner a ver tele. Lo sé. A veces uno se arrepiente de conocerse tanto. Las noticias y todo eso. Ya no me interesan los canales de música. Y ponerme a ver películas a las 8 de la mañana se me antoja como un claro signo de una venidera depresión. Una depresión idiota por demás, depresión de hombre común que cuando no tiene nada en qué pensar se dedica a joder al otro. Prefiero las depresiones creativas. Las depresiones que sugieren cosas. No las depresiones que se quejan. Está bien, están las que sugieren saltos al vacío. Pero también las que sugieren cosas como LA SED VERDADERA o PALE BLUE EYES. Pero ya lo decidí. No me voy a acostar. Voy a afrontar el día con las piernas flojas. Y me voy a afeitar. Porque sí, porque la cara sin pelos rejuvenece el animo de los tipos grandes, todo lo contrario al adolescente que no ve la hora de tener pelos, las señales definitivas de la persona en la que se está convirtiendo. Incluso hace un rato estaba pensando en escuchar el disco HACIA LO SALVAJE de AMARAL. De movida no me pareció gran cosa, pero en días como hoy puede que le encuentre algo interesante. Me gusta la canción MONTAÑA RUSA, tiene pasta de hit y me está sonando en la cabeza. Porque cuando escribo siempre hay música aunque la casa esté en silencio. Es más, tendría que hacerle caso a CHOPRA y ponerme a meditar. Aunque sea para dejar de escuchar un poco. Para darle descanso a la antena. A los dedos que expresan lo que viene de adentro.

En mañanas como hoy me pregunto cosas del tipo ¿Y para esto querías tener tiempo? Muchas veces ese sistema al que tanto criticamos te exprime, pero otras te rescata del vacío con obligaciones que te absuelven de la locura que hay en la nada misma. Es un asincronismo natural. Lo importante es que tengo en claro qué me gusta y qué no. También sé hacia donde quiero llegar. Pasa que a veces las nubes… el viento… la lluvia… el calor…. La humedad… Yo mismo… Cuando uno está imposibilitado se cree que está para grandes cosas, que las obligaciones le están haciendo perder el tiempo. No está mal sentirse así. El asunto es cuando de repente tenés el tiempo y te das cuenta de que en realidad no había nada grandioso esperándote. Que en ves de una paella, tu talento alcanzaba para un sanguchito de matambre. Mejor me voy a hacer las compras. Pero después del mate…

“No me escuches, soy un hombre cansado.”

Lo escribí en LA MALDICIÓN DE LA ORQUÍDEA.

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