“Ya ni los farmacéuticos ilustrados se atreven con las grandes obras; imperfectas, torrenciales, las que abren camino a lo desconocido. Escogen ejercicios perfectos de los grandes maestros. O lo que es lo mismo, quieren ver a los grandes maestros en sesiones de esgrima de entrenamiento, pero no quieren saber nada de los combates de verdad, en donde los grandes maestros luchan contra aquello, ese aquello que nos atemoriza a todos, ese aquello que acoquina y encacha, y hay sangre y heridas mortales y fetidez.”
2666 es la novela póstuma del escritor chileno Roberto Bolaño (1953-2003). Y sin duda, este fragmento de LA PARTE DE AMALFITANO es la que mejor la define. Es el creador luchando a brazo partido con su propia creación, con combates ganados y perdidos. Como si Bolaño y su criatura fueran dos boxeadores que llegan al decimoquinto round con la cara molida para esperar la definición del jurado.
La obra está compuesta de cinco libros (la unión entre los mismos es un hilo muy delgado) editados en un solo tomo de 1219 páginas. Roberto había dejado instrucciones de que los mismos se vayan editando por separado a través del tiempo para que sus herederos puedan obtener un mejor rédito económico. Pero tanto los herederos como la editorial, luego de diversos análisis decidieron ponderar el valor literario y publicarla completa.
Las 5 partes:
1- La parte de los críticos (me gustó)
2- La parte de Amalfitano (un lindo libro para leer por separado)
3- La parte de Fate (muy buena)
4- La parte de los crímenes (arranca bien pero la exigua descripción de cada uno de los crímenes entrecorta el ritmo de la historia de fondo y por momentos llega a exasperarte porque las mismas no aportan mucho a la historia. Y encima para llegar a un final donde no se resuelve nada)
5- La parte de Archimboldi (El mejor de los 5, lo que me molestó un poco es el recurso de la “historia dentro de otra historia”)
Es que Bolaño a medida que va narrando se mete por todos los recovecos posibles. Ve un desvío y se manda, explora, tira de la soga hasta quedarse sin aliento. Después de eso, como si dispusiera de una especie de teletransportador, pega un salto cuántico y vuelve a la ruta. Es un poco lo que hicieron Cortázar y Carol Dunlop en LOS AUTONAUTAS DE LA COSMOPISTA, cuando recorrieron la autopista París-Marsella estacionándose en cada uno de sus paradores y escribiendo sus sensaciones. El tema es que en este caso, mostrarnos lo que hay en los desvíos muchas veces sólo hace que el libro sea extenso y agotador. Sin duda avocarse a su lectura en estos tiempos de velocidad y de miles de libros al alcance de la mano vía internet, estos tiempos en donde muchas veces pensamos que si nos quedamos demasiado tiempo en un lugar nos estamos perdiendo de todo lo que sucede donde no estamos, es sin duda una tarea titánica. Sé de gente que lo leyó en una semana (hay que estar del tomate, porque leerlo en una semana es dejar de existir para el mundo), yo me tomé mi tiempo y lo hice en algo más de dos meses, pero así y todo me pasó lo mismo que con otros libros de Bolaño. Tal cual escribí en mi libro CORTINAS DE BAÑO, al leer a Bolaño me queda la sensación de que viajar es más lindo que llegar, y al no tener expectativa de un buen final uno lo lee disfrutando de los detalles en cada página. Lo cual nos resta la ansiedad de querer saber qué va a pasar. Así que bueno, 2666 no sólo ha sido galardonado sino que ha sido elegido por la crítica especializada como uno de los mejores 10 libros de la década pasada. Los que se le animen, dispónganse a eso. Leerlo no se asemeja a una hazaña ni mucho menos (¿cuánta gente ha leído en su totalidad el ULISES de Joyce?), se van a encontrar con el mejor y el peor Bolaño, luchando (tal cual dice el texto) contra aquello que nos atemoriza a todos. Y sí, hay sangre, y heridas mortales, y fetidez.
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