Thursday, September 01, 2011

CON LOS CHICOS NO




Lo que pasó con Candela  Rodríguez, la conmoción que este crimen inyectó en la sociedad argentina, se viene a sumar a una larga lista de crímenes indignantes. Muchos quedaron impunes y otros han tenido una condena demasiado laxa para el grado de indignación que generan en cada uno de nosotros.  Voy a nombrar algunos casos:


María Soledad Morales: asesinada en 1990 en la provincia de Catamarca. En 1998 Guillermo  Luque fue declarado culpable y condenado a 21 años de prisión. En Abril de 2010 quedó libre por buen comportamiento luego de cumplir 2 tercios de la condena.

Omar Carrasco: soldado conscripto asesinado en el Grupo de Artillería 161 de Zapala. El ex subteniente Ignacio Canevaro, condenado a 15 años de cárcel por el crimen del soldado Omar Carrasco ocurrido en marzo de 1994, quedó en libertad condicional al cumplir las dos terceras partes de su condena.

José Luis Cabezas: reportero gráfico asesinado en enero de 1997. Gustavo Prellezo, policía, fue condenado a cadena perpetua, pero fue beneficiado con prisión domiciliaria el 23 de septiembre de 2010 por cuestiones de salud. Horacio Anselmo Braga fue condenado a 18 años y liberado el 25 de enero de 2007.

Axel Blumberg: Secuestrado y asesinado en Marzo de 2004. Dos de los acusados por el secuestro y asesinato de Axel Blumberg fueron condenados a reclusión perpetua: Martín Peralta, alias “el Oso”, y José Díaz, alias “el Negro”. Otros diez imputados recibieron penas que van desde los 20 años a los 3 años y seis meses de prisión, en tanto que los cuatro restantes fueron absueltos.


La pregunta es simple: ¿Alcanza? La pérdida de un hijo o de un ser querido es irreparable. Pero los padres de María Soledad Morales tienen que soportar que los asesinos de su hija hoy por hoy caminen por la calle. No sé, a mí no me alcanza.
Y no se trata de la pena de muerte. Tampoco me sirve. Sí en cambio una reclusión perpetua, pero en soledad. En una celda oscura. Con incomunicación total. Es decir, expulsar a ese asesino de la sociedad a la que tanto daño le hizo. Ninguna pena, por más dura que sea va a reducir las tasas de criminalidad (eso está comprobado). Pero no se trata de reducir cifras –para eso hay otro tipo de móviles- sino de que la persona que comete el crimen pague un precio justo. Mato a una persona y voy preso 20 años como mucho. No sé, me parece poco. Es como que la vida no tiene demasiado valor, es poco lo que paga alguien por quitártela (si es que lo paga).  Entonces te robo las zapatillas y te mato. Total…   Es un poco la ley del consumo: si hay mucho vale poco. Y vivimos en un planeta superpoblado…
Hay juristas que sostienen que el hecho de que una persona esté en la cárcel 3 años ya es un castigo. Lo cual contrasta con el pedido de justicia popular, es decir, que se pudra en la cárcel o que le apliquen pena de muerte. Mas allá de eso, la sensación que tiene la sociedad es que el crimen crece y que son pocos los que tienen una condena justa. La justicia que hay en la tierra no se condice con lo que sentimos. Y de estos casos vamos a hablar un tiempo, pero después vamos a hablar de otras cosas, porque sí, porque la vida sigue, y puede que incluso nunca sepamos quién mató a Candela y si fue condenado.
Cada tanto ocurre. Hay un crimen que indigna a la sociedad, se elevan las voces y se exigen cambios. Y hasta creemos que sí, que esta vez puede ser. Pero en el fondo sabemos que nada de esto va a cambiar. Yo sigo pensando en el asesino recluido en una celda pequeña, sin contacto con el mundo, languideciendo de a poco, hasta que la naturaleza haga lo suyo… Creo que es lo justo. No podés llevarte la vida de alguien y caminar, así sea 20 o 30 años después, por la calle como cualquier hijo de vecino. Esta es una sociedad. Todo tiene un precio. Si querés matar a alguien tenés que pagarlo viviendo tu vida como si no la tuvieras… 

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