Gracias al avance de la tecnología se ha logrado que muchas cosas tarden menos tiempo. Y eso se convierte en más tiempo libre, tiempo que inmediatamente es ocupado por otra cosa, otra obligación, otro "algo que hacer" salido de la nada que se nos apareció ahí adelante. Vuelan las computadoras, se renuevan los windows, se tiene comunicación instantánea y económica vía sms, se sacan entradas para los espectáculos vía telefónica, se hacen pagos vía débito automático a través de internet, se sacan fotos y se envían de celular a celular en un instante, etc... ¡No espere más! ¿Qué vas a hacer con tanto tiempo libre? De alguna manera pareciera como que uno se va acostumbrando a no esperar y al mismo tiempo sucede que cuando te toca esperar, por más poco tiempo que sea, eso te irrita. Y entonces se hace larga cualquier espera, incluso la del semáforo. No puedo andar esperando, necesito vivir, necesito agilidad. ¿Cómo que se colgó la PC? ¿Tengo que resetearla y esperar que arranque? Ufa! ¿Cómo que el sistema está actualizando datos y no me puede cobrar la factura? ¿Y cuanto tarda? ¿5 minutos? Demasiado ¿Cómo que tengo que dejar pasar a ese peatón? ¡Qué se cague! Primero yo. Quizá nos terminamos acostumbrando demasiado al "tenelo ya". Y entonces la espera se convierte en algo irritante. Y así chocan los autos. Y así andan los colectivos. Y ahí andamos batiendo records de divorcio.
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