Mi mundo tiene un poco de todo. Varios pomos de Pervicol, ordenes precisas de lavarse las manos antes de tocar nada que nos llevemos a la boca, una esposa y un hijo que me inyectan vida, una silla llena de ropa que alguna vez me pongo y después me olvido de volver a usar, cientos de CDs que en un tiempo estuvieron ordenados por orden alfabético, tres bibliotecas pequeñas compradas en EASY, un corralito lleno de juguetes casi en el centro del living, una sillita acuario Fisher-Price, una cajón lleno de baberos, una guitarra eléctrica que dentro de poco tendré que llevar a calibrar, decenas de sueños encasillados en archivos AIFF dentro de la PC, vidrios que limpio cada 4 meses mas o menos, una bitácora en el cyberespacio, la palabra blogspot metida en mi vocabulario, varios cuadernos llenos de texto pero con una caligrafía horrible, un anillo de bodas que casi ni uso porque no me gustaría perderlo, varias remeras de la marca TERCEROJO, un sobre con los tickets de casi todos los conciertos que vi, cientos de discografías completas en MP3 que nunca voy a escuchar, un heladera marca PEABODY que me acompaña desde mis días de hombre soltero, un espejo frente a la cama, una caja de preservativos en la mesa de luz, 3 novelas escritas que piden a gritos nuevas correcciones, una guitarra electroacústica que me desenchufa del mundo, cientos de poemas que ya no me interesan y un radiograbador PHILLIPS que además reproduce CDs regrabables. Esto no es todo mi mundo, ni tampoco una lista de las cosas más importantes (aunque entre ellas hay muchas que lo son), son sólo cosas que acudieron a mi cabeza un viernes a la noche cuando llegué del trabajo.
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